Película controvertida, en la que los entendidos del cine habrán disfrutado mucho más que yo. Es una lástima no haberla podido encontrar en VOS, ya que canta a la vista que es uno de los hándicaps desde el principio de la visión.

Como puntos positivos querría destacar la extrema dureza que se siente sin necesidad de ser mostrada, solo con imaginarla: separar a unos hijos de su madre, quemar cráneos humanos, suicidarse… Pero, por otra parte, las elipsis tan rápidas no ayudan a la comprensión del film. Da la sensación de ir a una velocidad que no se corresponde con el resto de la visión.

El mensaje social que nos es transmitido, resulta llamativo, ya que no se ha visto tanta dureza ni en películas sobre el Imperio Romano. Mizoguchi era gore, y se lavaba las manos haciéndonos responsables de esas imágenes que nunca filmó, pero que están en las mentes de todos los espectadores de esta película nipona de los cincuenta.