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Voto de Troll:
10
21 de julio de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una atmósfera deprimente que te absorbe y atrapa en esta obra. Un suicidio declarado, de la fe hacia la humanidad. La perdida de la esperanza del amor como salvación, que te desintegra como persona, convirtiéndote en un perro, y que se deja notar en cada uno de esos planos-secuencias que rozan la perfección. La fotografía es muy acertada, y en más de una escena se tiene que leer entre-lineas y observar el simbolismo de ese cuadro en movimiento que se representa en ese determinado momento de la historia. He de decir que me ha llegado hasta los pulmones esa niebla tan densa de decadencia, ese blanco y negro tan particular, y la lluvia constante, hacen de esta obra no apta para gente sensible, a mí, me hace las delicias.
Es la segunda obra de Béla Tarr al que me enfrento, si en "A londoni férfi" casi me duermo en cada escena por esos planos secuencias soporíferos, en esta obra, he de decir que me ha hipnotizado y conquistado completamente. Hay un aura de tristeza, que sobretodo por esa "banda sonora", te hace sentir tan perdido como su protagonista, y esta vez he de levantarme del asiento y aplaudir a este señor.
Y aunque hay una clara referencia al estilo de Tarkovski, por su lado, Béla Tarr tiene su toque personal y apuesta más por el uso de las distancias focales y planos con recorridos más variados, haciendo especial hincapié en la percepción de los objetos lejanos en contraste con la cercanía en la que se sitúa la cámara en ciertas escenas, casi provocando alguna que otra ilusión óptica muy conseguida.
Mención especial al plano secuencia en el "titanik bar" con esa canción al más puro estilo Dream pop, de una fragilidad y belleza única, acertádamente exquisita, y uno de los diálogos a destacar en particular;
"-Me siento en la ventana a mirar fuera, completamente en vano. Llevo años sentándome aquí. Y algo siempre me dice que en un instante me volveré loco, pero no me vuelvo loco en un instante, y no tengo miedo de volverme loco. Porque temer a la locura significaría que tengo que aferrarme a algo, pero no me aferro a nada. No me aferro a nada, pero todo se aferra a mí. Para mirar la desesperación de las cosas. Para que mire cómo un perro fuera de la ventana, debajo del cielo estañado en la lluvia torrencial, camina hasta un charco y tiene su bebida. Quieren que mire el lamentable esfuerzo que hacen todos intentando hablar antes de caer al sepulcro. Pero no hay tiempo, porque ya están cayendo. Y quieren que esta irrevocabilidad de las cosas me vuelva loco, pero al momento me piden que no me vuelva loco."
Chapó a esta maravilla.
Es la segunda obra de Béla Tarr al que me enfrento, si en "A londoni férfi" casi me duermo en cada escena por esos planos secuencias soporíferos, en esta obra, he de decir que me ha hipnotizado y conquistado completamente. Hay un aura de tristeza, que sobretodo por esa "banda sonora", te hace sentir tan perdido como su protagonista, y esta vez he de levantarme del asiento y aplaudir a este señor.
Y aunque hay una clara referencia al estilo de Tarkovski, por su lado, Béla Tarr tiene su toque personal y apuesta más por el uso de las distancias focales y planos con recorridos más variados, haciendo especial hincapié en la percepción de los objetos lejanos en contraste con la cercanía en la que se sitúa la cámara en ciertas escenas, casi provocando alguna que otra ilusión óptica muy conseguida.
Mención especial al plano secuencia en el "titanik bar" con esa canción al más puro estilo Dream pop, de una fragilidad y belleza única, acertádamente exquisita, y uno de los diálogos a destacar en particular;
"-Me siento en la ventana a mirar fuera, completamente en vano. Llevo años sentándome aquí. Y algo siempre me dice que en un instante me volveré loco, pero no me vuelvo loco en un instante, y no tengo miedo de volverme loco. Porque temer a la locura significaría que tengo que aferrarme a algo, pero no me aferro a nada. No me aferro a nada, pero todo se aferra a mí. Para mirar la desesperación de las cosas. Para que mire cómo un perro fuera de la ventana, debajo del cielo estañado en la lluvia torrencial, camina hasta un charco y tiene su bebida. Quieren que mire el lamentable esfuerzo que hacen todos intentando hablar antes de caer al sepulcro. Pero no hay tiempo, porque ya están cayendo. Y quieren que esta irrevocabilidad de las cosas me vuelva loco, pero al momento me piden que no me vuelva loco."
Chapó a esta maravilla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La escena final, con Karrer ladrando contra el perro, es sencillamente una ilustración magníficamente coreografiada y uno de los finales más redondos que he visto jamás.