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España España · Madrid
Voto de Argay:
9
Drama Después de haber entrenado y representado a los mejores púgiles, Frankie Dunn (Eastwood) regenta un gimnasio con la ayuda de Scrap (Freeman), un ex-boxeador que es además su único amigo. Frankie es un hombre solitario y adusto que se refugia desde hace años en la religión buscando una redención que no llega. Un día, entra en su gimnasio Maggie Fitzgerald (Swank), una voluntariosa chica que quiere boxear y que está dispuesta a luchar ... [+]
17 de agosto de 2005
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia aparentemente simple, sin grandes artilugios dramáticos. No contiene imágenes preciosistas, ni grandes alardes técnicos. Tampoco posee una compleja escenografía o un gran vestuario que admirar mientras suceden las escenas. Pero tiene algo que pesa, algo que cargas en la espalda durante las dos horas de proyección y te retiene en la butaca esperando un nuevo golpe. Algo que aniquila tu estado de ánimo y te hace no querer tomar más palomitas o más refresco... Llega un momento en el que sólo quieres ver la película y rezar para que toda esa carga se libere cuando aparezcan los créditos, pero no se libera, se queda para los restos, perdura en todos nosotros.

Million Dollar Baby es una película que se ve sin lágrimas en los ojos, pero con la certeza de que un nuevo golpe dejará K.O al espectador más curtido. Con una dirección tan inteligente como elegante, que pone cada plano siempre en pos del arco dramático, de los actores, de la historia. Con una música tan sencilla, que parece imposible que se convierta en algo tan mágico y desgarrador. Y sobre todo con dos monstruos del cine capaces de llenar por sí solos toda la pantalla.

La actuación de Clint es sólida, precisa y sutil. La de Freeman es mágica, sorprendente y adictiva. Ambos la desarrollan además con una nobleza tan difícil de contemplar, que no puedes más que sentir absoluta admiración por el trabajo de ambos. Si un oscar estaba claro ese año era el de Freeman, pocas veces un actor ha hecho tanto con tan poco y menos aún una actuación ha estado tan conectada con el sentir general de su película.

Desde el primer momento entiendes cuál es la premisa que envuelve a Million Dollar Baby: hacer de la nada un todo que te ahogue, en un mar en el que no existe la calma, a pesar de la tranquilidad de las olas. Si el cine es un estado de ánimo, pocas veces una película ha sabido llevar al espectador de un lado a otro, con la facilidad con la que esta lo hace.

Million Dollar Baby acude al boxeo tan solo para poder sacudir al espectador durante dos horas y que al salir tenga ganas de sentirse perdedor por segunda vez. El final es el más acertado, pero además el único que Eastwood podría aceptar tras dos horas mágicas y desgarradoras. No hay desconcierto ni dudas, sino la claridad de alguien que no teme expresar lo que siente. Cuando se habla de la vida y de la muerte en los términos de responsabilidad en los que lo hace Eastwood no valen titubeos.
Argay
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