Reza el dicho que la experiencia es un grado, y por eso contar con dos pesos pesados como Costner y Lane es salir con un gol de ventaja, más aún para un director que llevaba nueve años sin estrenar proyecto.

Después de tanto tiempo, Bezucha narra una historia profunda, con mucho peso. El de una familia rota por un accidente que, sin sospecharlo, se convierte en el centro de su presente y también de su futuro. El director sabe manejarse en la situación, con una tensión contenida, alternando momentos pausados con acción en primera persona.

Este taciturno western que por momentos se deviene a drama familiar retrata una América profunda en la que sus ciudadanos se han quedado anclados a unas normas que ellos entienden como modo de vida. La película, ambientada en la década de los años 60, trata temas como el maltrato, la familia como círculo cerrado, el apego a las raíces… muchos temas que siempre están presentes en un film muy adulto y complejo.

Este descenso a los infiernos de la pareja protagonista va creciendo en intensidad según avanza la trama, una acción que no tiene posibilidad de marcha atrás. El guion se encuentra entonces en una subida constante que como espectador se agradece, evitando el típico descenso que, a mitad de película, suelen sufrir algunas otras tramas.

“Uno de nosotros” también revela una trabajada relación sentimental adulta entre los protagonistas. Trabajada porque se nota la complicidad entre ellos, interpretando con matices esa relación que ha sufrido más bajos que altos, pero que todo lo puede porque hay muchos sentimientos de por medio. Una película que se acelera en su tramo final para ofrecer un violento como no podía ser de otra forma.