Cuando Channing Tatum comenzó a mover un proyecto contando su pasado como stripper, casi nadie le escuchó, y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que alguien, ni más ni menos que un tal Soderbergh, quiso abordar el proyecto y llevarlo a la gran pantalla. Y es raro teniendo en cuenta que si en vez de tratarse de chicos, los protagonistas hubieran sido chicas, se lo hubieran rifado casi todas las productoras.

Así somos. Y aunque Soderbergh haya querido crear una película independiente con bajo presupuesto, su desarrollo no puede alejarse menos de cualquier película con mayores recursos, con su trama de superación personal, su drama, su historia de amor...El truco está en contarlo todo de la manera en que se hace: a su manera. Sin mayores pretensiones que crean falsas expectativas y sabiendo lo que se está haciendo.

La verdad es que, por momentos, parece que importan más los bailes extremadamente coreografiados que la vida de los protagonistas, porque exceptuando a Tatum y su protegido Pettyfer, el resto incluido McConaughey son simples comparsas que bailan, se mueven y actúan al son que marca el jefe. No sabemos nada de sus vidas, ni sus motivaciones ni cuales son sus aficiones. Bueno, de los otros tampoco, pero por lo menos parece que importa un poco más. Actuaciones sencillas y poco trabajadas, mas bien porque no era necesario esforzarse más.

Finalizando, la pequeña crítica que se hace al sistema bancario no es más que una anécdota dentro de una película que no quiere trascender a pesar de que durante su duración parezca querer hacerlo, pero que parece haber encontrado un hueco que le permitirá producir una segunda parte. Así somos.