Aunque parezca mentira, como espectadores nunca hemos perdido la ilusión. Es verdad que Disney nos ha hecho pensar últimamente, con tramas más oscuras, reflexivas y adultas realmente interesantes, pero en el fondo esperábamos que en algún momento nos regalara una historia divertida, entretenida y sin lecturas más profundas para los mayores que ven las películas.

“Luca” llega para rellenar ese hueco con una historia muy fresca y sencilla de seguir, perfecta para comenzar el caluroso verano que tenemos por delante. La película narra las aventuras de dos monstruos marinos adolescentes capaces de convertirse en humanos fuera del agua. Junto con su inseparable amiga humana, los tres viven una inolvidable historia de amistad en un encantador pueblo costero italiano que tiene todo lo que uno le puede pedir.

La primera virtud de la película es la facilidad para presentar su idea de una forma clara y concisa en sus primeros quince minutos. Es incomprensible cómo no lo hacen más películas, siempre empeñadas en esconder sus cartas el mayor tiempo posible. Disney es un experto en esto y engancha desde primer instante. Ayudan a ello la luminosidad que aportan sus escenas, rebosantes de colorido, o la comicidad entre los protagonistas, siempre a punto de ser descubiertos.

El guion es desenfadado y alegre, y sabe transmitir estas emociones con situaciones siempre alocadas y divertidas, como las soñadas en el verano de un adolescente cualquiera. Todos los personajes aportan en una trama en la que la diversidad tiene una importancia capital. Es cierto que “Luca” no nos ha llegado con toda la maquinaria de publicidad en marcha como nos han llegado otras, pero eso no hace que su idea pierda fuerza, ni que se trate de un título menor de Pixar.

La película no se complica y por eso es capaz de hablar de tolerancia sin darle importancia, enseñando un mensaje que llega al espectador y tratándolo con naturalidad, como si no hiciese falta ser tolerante porque así son todos sin esfuerzo. Una agradable comedia familiar que no solo no va a decepcionar a nadie, sino que va sorprender a muchos.