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Voto de Moody:
6
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19 de junio de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La incertidumbre es el motor de una oscura y tensa película que sorprende con su aura de película pequeña que esconde un tesoro en su interior. La tensión de no saber cuál será el siguiente paso puede cortarse con un cuchillo, en una espiral de acontecimientos que pone en su centro a una adolescente cuya vida se desmoronó tras un accidente de tráfico.
Es así como empieza la historia. Ida, excelente Sandra Guldberg Kampp, se ve obligada a vivir con su tía y sus primos tras la muerte de su madre. Este punto de inflexión en la vida de la protagonista sirve de inicio para un argumento sombrío y áspero, que retrata con maestría los códigos internos, muy cuestionables y poco ortodoxos, de una peculiar familia.
El desarrollo es un interesante viaje a través del día a día de la protagonista, que Nordahl maneja con soltura, atrevimiento y naturalidad. La película evoluciona de la mano de la protagonista, que se encuentra con situaciones muy complicadas en las que debe tomar decisiones, madurando casi a marchas forzadas. Esta defensa de la fidelidad al núcleo familiar pase lo que pase es el eje de una película que destaca la importancia de las figuras femeninas dentro del conjunto, cada una con diferentes características, pero casi todas muy complejas. Y es que el buen trabajo del reparto aporta profundidad y empaque al film.
“Wildland” tiene como virtud la facilidad para conectar con el espectador, de introducirlo en la trama como si fuese un miembro más de la familia. La directora utiliza la cámara centrada en primera persona como un interesante recurso que intensifica la acción, aportando siempre valor a cada secuencia.
A pesar de que en su conclusión parezca tener prisa para cerrar las tramas con algunas secuencias importantes que llegan sin solución de continuidad, “Wildland” aprovecha muy bien esa trabajada incertidumbre para provocar que el espectador se pregunte a cada momento qué será lo próximo y cómo encajará en esa familia.
Es así como empieza la historia. Ida, excelente Sandra Guldberg Kampp, se ve obligada a vivir con su tía y sus primos tras la muerte de su madre. Este punto de inflexión en la vida de la protagonista sirve de inicio para un argumento sombrío y áspero, que retrata con maestría los códigos internos, muy cuestionables y poco ortodoxos, de una peculiar familia.
El desarrollo es un interesante viaje a través del día a día de la protagonista, que Nordahl maneja con soltura, atrevimiento y naturalidad. La película evoluciona de la mano de la protagonista, que se encuentra con situaciones muy complicadas en las que debe tomar decisiones, madurando casi a marchas forzadas. Esta defensa de la fidelidad al núcleo familiar pase lo que pase es el eje de una película que destaca la importancia de las figuras femeninas dentro del conjunto, cada una con diferentes características, pero casi todas muy complejas. Y es que el buen trabajo del reparto aporta profundidad y empaque al film.
“Wildland” tiene como virtud la facilidad para conectar con el espectador, de introducirlo en la trama como si fuese un miembro más de la familia. La directora utiliza la cámara centrada en primera persona como un interesante recurso que intensifica la acción, aportando siempre valor a cada secuencia.
A pesar de que en su conclusión parezca tener prisa para cerrar las tramas con algunas secuencias importantes que llegan sin solución de continuidad, “Wildland” aprovecha muy bien esa trabajada incertidumbre para provocar que el espectador se pregunte a cada momento qué será lo próximo y cómo encajará en esa familia.