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España España · Madrid
Voto de Moody:
4
Thriller Dante es un ladrón profesional que sobrevive a base de pequeños trabajos muy bien escogidos. Su nuevo objetivo es un caserón aislado y que él cree que estará vacío. Pero en esa incursión va a descubrir que no está solo en el interior de la casa. Repentinamente se encuentra de frente a una extraña pareja cuya reacción no es otra que invitarle a desayunar. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2020
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Una película pequeña, de ajustado presupuesto, escaso reparto y, suponemos, contenida ambición en su recorrido comercial, es la historia que nos presenta el director Juanra Fernández. Se le adivinan buenas intenciones, pero con una propuesta tan modesta es difícil prever si su futuro está detrás de la cámara.

No es culpa suya que no haya más recursos para tirar de ellos, pero sí lo es que no explote lo poco que tiene. Nada más empezar, vemos a un ladrón que se cuela en una casa que él cree abandonada y que da lugar al resto de la trama. Comienzo sencillo, rápidamente llega la aparición de la pareja en la casa, y con ella el juego que se establece con el ladrón. Todo muy rápido y poco efectivo, el espectador que no entre en ese juego verá la película con desgana. La trama se repite sin remedio: ”abre la caja” espeta constantemente Botto; “quiero marcharme” responde Cornet sin cesar. Ese juego del gato y el ratón es lo que mueve la película, no importan las motivaciones ni el camino recorrido por los protagonistas, que se resuelven de soslayo, casi por obligación.

Y la película continúa, con la sospecha de que en cualquier momento Botto o Cornet, incluso Ponce si me apuran, son capaces de acabar con la trama de un plumazo. Evidentemente no lo hacen y no nos ahorran unos cuantos minutos de rodaje, necesarios para que el espectador vaya a hacer cualquier otra cosa lo antes posible. Solo como curiosidad, por el camino el guion ha fulminado el papel de Matilla de una forma un tanto ridícula.

Pero “Rocambola” guarda para el final su última carta, ese momento en el que cualquier película lanza sobre la mesa el as de oros dejando al espectador con un buen sabor de boca. Sin embargo, nadie enseñó a los guionistas las reglas del tute, porque para su traca final solo guarda el cuatro de bastos. La aparición sin explicación de otros personajes, la manera en la que el personaje de Botto (interpretación rutinaria, sin aristas) va resolviendo las situaciones, la llegada de la policía, y ese final del ladrón telegrafiado desde hace bastantes minutos, demuestran que a la película le faltan muchos detalles por pulir y que, por momentos, parece poco más que un proyecto de fin de curso.
Moody
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