La verdad es que nunca había visto este filme de Polanski y por fin le he podido dar una oportunidad. Dirigida con buen oficio y con una buen plantel de actores, en especial destacar el buen trabajo de Mia Farrow. Es de las que te deja con el miedo en el cuerpo, sobretodo si la ves de noche. No es ese terror de sustos que no te los esperas, sino que es como si estuvieras en una pesadilla de la quisieras salir, y eso es lo que le pasa a la propia Rosemary. Es como un puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco y quiere averiguar qué le va a pasar a la protagonista. Y ya podemos deducir de que no hay qué fiarse de nadie. Sobretodo por la pareja de los Castevet, vecinos de los protagonistas, son los personajes de más mal rollo que he visto. Eso sí, la mujer es de los más cansina, pesada y abofeteable. Y ese final que daría pie a una secuela, para televisión, y que todavía no he visto.