La historia de un triángulo amoroso contada en tres tiempos: pasado, presente y futuro es el pretexto para que esta producción china desarrolle no solamente un drama de aristas conmovedoras sino que, además, eche una mirada crítica y desencantada de los cambios sociales y económicos que se están produciendo en el gigantesco país asiático.

Acerca de los celos, la ambición, el determinismo vital (hay que ver cómo el futuro está condicionado fuertemente a las decisiones del pasado), la amistad y el desencuentro, el amor y el desamor, la alegría y el dolor. Dicho con ironía "casi nada": es una minuciosa descripción de la condición humana. Para llevar a cabo este relato el director opta por un género que en principio sorprende por lo inusual, utilizando el mecanismo más básico de lo que en América Latina hemos dado en llamar "culebrón" que es —ni más ni menos— el clásico melodrama. Y para ello se ha tomado su tiempo, pausadamente pero con firmeza, esta es una obra en la que la duración es la justa y necesaria.

Unas actuaciones excepcionales (alejadas de las habituales exageraciones actorales en las performances asiáticas) enmarcadas en una notable fotografía, y ambos rubros al servicio de la elipsis descriptiva y de la mirada crítica más sugerida que explícita, hacen que cada minuto del metraje sea absolutamente imprescindible a pesar del ritmo moroso. Ármate de paciencia porque, luego de los 10 primeros minutos, vale la pena sumergirte en la densidad de las emociones humanas, en la delicadeza de los sentimientos y en la brutalidad de los cambios económicos. Todo ello con una serena mirada al devenir y a la inevitabilidad del destino.

Junto con "La Llegada", El Club, "Los Odiosos Ocho", "Una Pastelería en Tokio" y "Suburra" es lo mejor que he visto en los dos últimos años. Si lo que estás buscando es algo más que acción, aventuras y suspenso, me atrevo a recomendártela calurosamente.