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Voto de antonalva:
7
Bélico. Drama Autobiografía del marine SEAL Chris Kyle, un tejano que batió el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. Kyle fue enviado a Irak con la misión de proteger a sus compañeros. Su puntería y precisión milimétrica salvó incontables vidas en el campo de batalla, por lo que se ganó el apodo de “Leyenda”, pero la noticia de sus hazañas llegó hasta las filas enemigas. Se puso precio a su cabeza y se convirtió en ... [+]
21 de febrero de 2015
72 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los tuyos. Tu familia, tu clan, tu gente, tu pueblo, tu país, tu ficción de conveniencia. Conforme vas ensanchando el círculo la loable complicidad y empatía se vuelve una abstracción, una entelequia, una creencia, una superstición o una artimaña política. Pero cuando vives esa fábula como si fuera una realidad y te dejas embaucar por las construcciones ficticias de siglos de avalanchas emocionales ideadas para que los clanes dirigentes tengan carne de cañón barata, dócil, maleable y manipulable… entonces tienes un problema porque vivir en una idealización simplista y simplificadora es un irresoluble rompecabezas y te aboca a perder todo contacto con la realidad, borrando tus necesidades y adoptando las ajenas como propias. Doloroso y fratricida.

El problema con esta cinta es que hay espectadores que creen que es lo que no es o creen ver lo que no hay – tanto a favor como en contra. Ni es una apología, ni es una denuncia. Tan sólo es el retrato de un pobre hombre, cowboy zoquete y fracasado que vive un momento de revelación y exaltación uniéndose al ejército norteamericano y poniendo su letal capacidad cazadora al servicio de la guerra y de la protección de sus compañeros en acciones bélicas. Encontrar el sentido de la vida a veces es que te lo encuentren por ti o que te faciliten un atajo llenos de tópicos, consignas y fervor patriótico donde no hay sino una obtusa creencia en que con tu inmolación estás sirviendo a un propósito de mayor enjundia y trascendencia.

Vanidad de vanidades. Existimos mientras no nos alcance la némesis vengadora. Cuando no compartimos el nacionalismo ajeno (o el propio) y vemos el retrato de un enajenado patriotero que vive su verdad sin matices, ni filtros, ni dobleces, nos parece una apología o una simpleza, en vez de ver el retrato de nosotros mismos, pero con una escala de valores diferente, trastocada o inversa. Queremos que lo diferente sea denunciado y lo coincidente exaltado. Y si no, nos parece propaganda. Vaya simpleza, vaya ceguera, vaya gallinero de obtusos filósofos.

Estamos ante el retrato de un tarugo de pocas luces que tiene la habilidad de dar en la diana de la sinrazón devastadora del momento presente. Aquelarre de ideologías aniquiladoras y profusión de sangre. Cuando no se condena lo zafio parece un panegírico, una exaltación, una hagiografía. Pero sólo es el reflejo de un pobre hombre que cree en lo que hace y para qué lo hace y cree encontrar un sentido a su vida descarriada. En esencia es una película bélica que deviene en un trágico final (lo mejor de la cinta), superchería donde la denuncia y la exaltación van de la mano porque son las dos caras de una misma moneda. Tu antagonista eres tú mismo pero con otras prioridades pero los mismos métodos.

Intensa, algo monocorde y repetitiva, demasiado larga para tan corto viaje. Confundirá y soliviantará a los necesitados de mensajes inequívocos y reductores. Pero muestra que desde la ideología nunca llegará la paz. Es un imposible.
antonalva
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