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Voto de antonalva:
7
Romance. Comedia. Drama Simon Spiers es un joven de 16 años con una vida normal, unos padres geniales, una hermana pequeña adorable y un estupendo grupo de amigos. Pero Simon tiene un secreto: es gay. Cuando un día uno de sus e-mails cae en manos equivocadas, Simon verá cómo las cosas se complican extraordinariamente, y deberá enfrentarse a una situación que pondrá en peligro la vida que llevaba hasta ese momento. (FILMAFFINITY)
23 de junio de 2018
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volver la vista atrás puede llevarnos a la nostalgia del edén perdido… pero a también a la rabia de las dificultades y de los sinsabores que tuvimos que soportar cuando entonces. Y si bien esta tragicomedia está sobrecargada del más adocenado y banal tufillo del trivial género de adolescentes norteamericano – tecnicolor inmaculado, brillantez hedionda, optimismo ingenuo y desbordado – está también barnizada de cierto tono reivindicativo de la ‘normalidad diferente’ que la hace relucir con luz propia. Y con justicia. Cuando el cine de consumo de Hollywood – en uno de sus géneros más rancios y purulentos – abraza con normalidad, respeto y sincera empatía la reivindicación de la identidad gay de un adolescente empanado… entonces es que estamos en el buen camino de la tolerancia.

Pero esta entrañable película es bastante más que la demostración palmaria que lo gay no sólo se ‘tolera’ sino que se entiende como una forma de ser distinta pero igual de respetable que cualquier otra, aunque hasta hace no tanto tiempo se pudiera abocar al suicidio (o el asesinato) de algunos adolescente por la fobia visceral que ciertos cromañones vocingleros y anacrónicos pudieran hacerles pasar las de Caín – con sus actitudes de odio y persecución – a compañeros más frágiles e inseguros que ellos, tal y como ocurrió, por ejemplo, con el estudiante Matthew Shepard (1976-1998) en Wyoming, que fue apaleado, torturado y asesinado por unos furibundos neandertales ‘heteros’, armados de antipatía, aversión y estacas por el mero hecho de que su víctima era un gay pacífico e indefenso. En apenas veinte años hemos pasado de lo más negro al más refulgente rosa sin apenas tener que pestañear (ni ponernos rímel). Ojalá no se detenga nunca esta venturosa evolución.

Familia inmaculada. Problemas de catálogo de IKEA (montables y desmontables con garbo, soltura e intrascendencia). Amistades, relaciones y amoríos tan endulzados como rezumantes de golosa nata, recubiertos de sirope de fresa y ‘toppping’ de ositos de goma multicolores (o ‘Arco Iris’ para variar). Sin embargo, lo realmente reseñable es el modélico guión escrito por Elizabeth Berger e Isaac Aptaker, que sirviéndose del más trivial catálogo de personajes que pueblan estas comedias bufas y banales, consiguen revestir a todos los protagonistas con una envoltura acorazada de autenticidad que sorprende y reconforta, dotando a los diálogos de una inesperada hondura y honestidad que conmueve. Sería fácil desmontar o despreciar la película, tirándola al cubo de la basura de los productos de consumo frívolo, pero sería injusto: tiene algo que decirnos y lo hace con gracia, sencillez y simpatía.

Todos los actores resultan encantadores y entonados, pero sobre todo merecen destacarse a los padres (Jennifer Garner y Josh Duhamel), al hijo (Nick Robinson) y al Espíritu Santo (Keiynan Lonsdale).
antonalva
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