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Voto de antonalva:
2
Comedia. Romance En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium (Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.
23 de diciembre de 2014
64 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué nadie se atreve a manifestar que estamos ante una película profundamente aburrida, charlatana, gárrula y prescindible? ¿Qué miedo parecen tenerle tanto el público como los críticos a poner a caer de un burro a la vaca sagrada de Woody Allen? ¿A qué se debe que se le permita acometer verdaderos crímenes a la amenidad y el entretenimiento sin que nadie se atreva a decir que el rey está desnudo, famélico y achacoso? Como mucho se ha insinuado – como de pasada y casi pidiendo disculpas – que esta cinta no está a la altura del corpus magnum de Woody Allen (lejano en el tiempo pero innegable). Pero nadie ha puesto el dedo en la llaga: esta cinta es un pestiño aburridísimo, inane, agotador y parlanchín, carente de encanto y repleto de los peores tics y regurgitaciones del cineasta.

Es tan mala que parece hecha de los retales del peor cine español: te cuanta lo que va a pasar, te cuenta lo que está pasando y te vuelve a contar lo que ha pasado, una y otra vez, en cada escena, en cada secuencia, a cada ocasión. No hay sorpresa, ni capacidad de elipsis, ni narrativa visual, ni cabida a la sugerencia, ni encanto, ni mordiente, ni un mínimo de rigor ni exigencia crítica. Las cosas ocurren porque se le ha metido en la cabeza al anciano rijoso de Allen que tienen que ocurrir, hagan sentido o no, hagan avanzar la anémica trama o no, aporten algo a la creación de los personajes o supongan una evolución en sus inanes planicies emocionales. Tener que realizar y estrenar un proyecto al año parece una obsesión mórbida y enloquecida de quien antaño fuera interesante cineasta.

Los actores luchan con sus imposibles y exánimes cometidos, tratando de dotar de vida a lo que no llega ni a esbozo desdibujado de personajes harapientos. Produce vergüenza ajena ver a buenos actores malgastar su saliva en textos romos y sin gracia alguna, incapaces de insuflar un mínimo de vida a semejante engrudo plomizo. Colin Firth, Eileen Atkins, Emma Stone o Marcia Gay Harden parecen zombis exangües. Tan solo Jacki Weaver infunde a sus pocas frases con su gracejo y sorna irrepetible.

En definitiva, un solemne gatillazo indecoroso. Un aburrimiento infame y una tomadura de pelo mayúscula. Insufrible y prescindible. El rey está muerto. Y ya hiede.
antonalva
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