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Voto de EuTheRocker:
10
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2014
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de género está de enhorabuena en nuestro país. Parece ser que los directores, han perdido el miedo a romper los esquemas de un género anquilosado en los clichés del cine patrio, y han puesto su punto de mira en el estilo y las formas que se emplean más allá de nuestras fronteras. Alberto Rodríguez, que con “7 vírgenes” demostrós su carencia total de prejuicios a la hora de encarar un proyecto, y que con “Grupo 7” avisó de las hechuras de un genial realizador; entrega con “La isla Mínima” un manual de cine policíacohecho a la medida de las grandes obras maestras del género.

Además, nos encontramos ante un título, que por compartir cronología, va a resultar inevitable que surjan comparaciones con una de las grandes sorpresas del presente curso, la ficción televisiva “True Detective”, pues nos encontramos ante dos títulos que comparten el carácter macabro de sus protagonistas, la decadencia de sus paisajes, y la falta de moral de un entorno que devora a sus habitantes. Debates a parte sobre qué fue primero, si la gallina o el huevo, el espectador, está de enhorabuena por poder gozar de una película que ante todo, demuestra el potencial que se puede desplegar en una gran pantalla cuando se tiene claro qué se quiere contar y cómo.

Alberto Rodríguez se sumerge en lo más profundo y sórdido de las marismas del Guadalquivir para sacar a flote un pozo de miserias humanas encarnadas en un conjunto de personajes oscuro y de carácter tenebroso que encierran siniestros fantasmas en su mirada. Dos policías enfrentados a un caso violento y morboso, que tendrán que afrontar su pasado para poder desentrañar el magnífico puzzle que se les plantea. Encerrados en un asfixiante entorno, capaz de ahogar la bondad de sus habitantes en la decrepitud de su moral, donde nada parece lo que realmente es, Rodríguez, con la ayuda de Rafael Cobos, apuntala un guión donde cada pieza tiene un sentido y un porqué dentro del todo tan perfecto que es la película.

Cine con mayúsculas donde todo está cuidado hasta el mínimo detalle, desde una fotografía maravillosa que embellece unas escenas cargadas de suciedad y sombras; a un diseño eproducción que reproduce a la perfección esos primeros años de la década de los 80. Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, componen una pareja soberbia, llamada a perdurar en el recuerdo colectivo del cine de nuestro país por la intensidad de sus duelos de miradas, la sobriedad de sus interpretaciones y su maravillosa manera de entender el ritmo de la película.

Un ritmo que en la cámara de Alberto Rodríguez logra trazar una tensión espesa y densa que se atragante en el patio de butacas construyendo un thriller ejemplar que, sin duda, se destapa como la mejor película española de este año. Un año donde podemos decir orgullosos que las grandes producciones estadounidenses de género, cada vez están menos lejos gracias a talentos tan desbordantes como el de Alberto Rodríguez, un realizador cuyo nombre está llamado a legar una filmografía de grandes títulos dentro del cine español.
EuTheRocker
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