Un film avinagrado, como el personaje de Laughton, con diálogos poco atractivos, lleno de interrogaciones incomodas
(para el espectador del film) gestos y miradas inquisitivas, conversaciones que provocan un bostezo, una historia tan aburrida como el código penal, en este film no hay luz, no hay una imagen que te saque de la penumbra, que te sorprenda, que sea insólita, no, ni siquiera apela al humor ingles, un film sin una puta gracia.

Hasta que hace su aparición la señora que nunca tuvo talento escénico, una máscara que no demuestra una emoción genuina y creíble, una señora llamada Marlene Dietrich que debe haber sido el más grande bluff del la historia del cine en cuanto a actrices, la aparición de esta señora con cara de palo sólo hace que el film continúe hundido en la penumbra. Borges tenía razón con respecto al talento escénico de Marlene Dietrich, decía el poeta que era aborrecible.

Y el final es un esperpento, una escena apresurada, el puñal bien ubicado, la gente que se queda paralizada, la enfermera notifica la defunción inmediatamente, los llantos, los jueces que entran......... ya no puedo seguir recordando este mamarracho.