La escena final con la música de Pretty Woman de Roy Orbison guarda el misterio de toda la película.

La película se ha repuesto muchísimas veces, siempre es éxito de audiencia. Un millonario especulador que está solo conoce a una prostituta a la que contrata para que finja ser su pareja ante su ambiente de millonarios durante un finde por una fortuna y al final ella le cambia la vida. ¿Qué le aporta ella aparte de sus servicios de prostituta y sicóloga? Nada, salvo sus propios traumas.

Los aspectos técnicos pierden importancia, también las localizaciones de lujo: el superhotel, el campo de polo, el teatro de la ópera, las tiendas de lujo...

Es el cuento de cenicienta de que alguien maravilloso nos salvará la vida de la nada (¡qué horror Dios!) contado desde el punto de vista de una cenicienta capitalista. Pero la historia esta contada con un entusiasmo que enamora: la banda sonora, el ejecutivo compañero de Richard Gere que es un "cabrón" por hacerle recapacitar sensatamente y de paso intentar "ligarse" a la chica, o el dueño del Hotel que trata con un enorme cariño a la chica que pasa mucho tiempo sola, y el sueño americano de los 80 de que todo es posible.

Además las anécdotas atraen: el millonario que odia al padre patológicamente, el que a ella la reciban mal en una tienda de lujo pero, sin embargo, llora en la ópera porque a pesar de su situación es un ser muy sensible etc...

La película sigue hechizando como "Lo que el viento se llevó", o "El hombre tranquilo". Sin embargo, sigue los paradigmas más férreamente, es mucho más ligera y un poco inverosímil, y expone valores optimistas fantasiosos lo que fastidia un poco, sobre todo cuando se pasa el entusiasmo del visionado.