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Voto de fqo:
7
2020
Scott Frank (Creador), Allan Scott (Creador) ...
7,6
36.459
Serie de TV. Drama
Miniserie de 7 episodios. Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, que lucha contra sus adicciones mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo ganando a los grandes maestros, en especial a los rusos.
8 de diciembre de 2020
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los principales puntos a favor de esta miniserie son la actuación de la protagonista, el guion compacto (no sobra nada, los 7 capítulos son justos y necesarios) y la reconstrucción de la década del 60 (autos, edificios, ropa, peinados, todo excelente). No decae el interés en ningún momento y seguramente para algunos aficionados al ajedrez debe ser aún mejor. Da gusto ver a una buena miniserie que se puede despachar de dos o tres sentadas. Esperamos la próxima actuación de Taylor-Jones, se merece un crédito.
Algunas críticas necesarias van en la sección spoiler.
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spoiler:
Una observación es que hay que ser demasiado genio del ajedrez para ganar todas las partidas. Las derrotas de la protagonista sólo aparecen frente a grandes campeones, en algunos momentos estratégicos de la trama, pero todas las demás son victorias por demolición. Es un poco exagerado, en el mundo del ajedrez competitivo un gran porcentaje de las partidas termina en tablas, las diferencias no son tan notables. Puede aceptarse esto como una necesidad argumental, pero dejo asentada mi observación.
Lo único realmente criticable del guion es esa necesidad de ser políticamente correctos. Las mujeres del grupo cristiano que va a financiar el viaje a la URSS son lamentables, y están en un contexto algo absurdo: ¿Alguien puede imaginar que una campeona de ajedrez de USA, por añadidura joven y bonita, no va a conseguir un sponsor oficial o privado para un viaje de pocos días a la URSS? ¿Cómo se justifica que el gobierno le niegue unos pocos miles de dólares a la campeona de ajedrez de su país, que puede hacer la hazaña de ganarles a los rusos en plena guerra fría, pero que al mismo tiempo mande un agente del servicio secreto para acompañarla? (Para eso sí tenían dinero disponible...) Todo este disparate argumental está armado para justificar el gesto de la amiga negra, que le dona los ahorros que tenía reservados para sus estudios universitarios. Por supuesto que con el agente de inteligencia se aprovecha para tirar dardos contra los servicios secretos y todo lo malo que representan, y los rusos en cambio son personas abiertas, amables, montones de rusos, hombres y mujeres, vivando a una norteamericana que acaba de derrotar al principal ajedrecista ruso... En fin, la obsesión de la industria cinematográfica estadounidense por ponerse políticamente correctos me causaba algo de gracia pero de tan exagerados ahora me dan pena.
Lo único realmente criticable del guion es esa necesidad de ser políticamente correctos. Las mujeres del grupo cristiano que va a financiar el viaje a la URSS son lamentables, y están en un contexto algo absurdo: ¿Alguien puede imaginar que una campeona de ajedrez de USA, por añadidura joven y bonita, no va a conseguir un sponsor oficial o privado para un viaje de pocos días a la URSS? ¿Cómo se justifica que el gobierno le niegue unos pocos miles de dólares a la campeona de ajedrez de su país, que puede hacer la hazaña de ganarles a los rusos en plena guerra fría, pero que al mismo tiempo mande un agente del servicio secreto para acompañarla? (Para eso sí tenían dinero disponible...) Todo este disparate argumental está armado para justificar el gesto de la amiga negra, que le dona los ahorros que tenía reservados para sus estudios universitarios. Por supuesto que con el agente de inteligencia se aprovecha para tirar dardos contra los servicios secretos y todo lo malo que representan, y los rusos en cambio son personas abiertas, amables, montones de rusos, hombres y mujeres, vivando a una norteamericana que acaba de derrotar al principal ajedrecista ruso... En fin, la obsesión de la industria cinematográfica estadounidense por ponerse políticamente correctos me causaba algo de gracia pero de tan exagerados ahora me dan pena.