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Voto de Gould:
8
1 de agosto de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que a muchos ha decepcionado la segunda película del palermitano Pierfrancesco Diliberto, que firma sus obras con el acrónimo PIF. Desde luego, era difícil volver a repetir el éxito de su deslumbrante debut “La mafia sólo mata en verano” (2013) pero, en el fondo, Pif va a lo suyo e insiste en el territorio jocoso e irónico con esta farsa, suerte de prólogo, en cierto modo, a su primera película, situada ahora en las vísperas del desembarco del ejército estadounidense en la isla de Sicilia en 1943 durante la segunda guerra mundial.
Cada vez estoy más convencido, a pesar de su escasa producción, de que Pif trata de ser el heredero del gran Luigi Zampa, por su espíritu de comedia irreverente y crítico, que jamás pierde la sonrisa irónica y comprensiva hacia las debilidades humanas. Narrada mediante una voz en off, Pif repite personajes –al menos, los nombres de los protagonistas, Arturo Grammaresi y Flora Guarnierison, son los mismos que en su primera película- como si quisiera unir ambas historias. Es, de nuevo, una historia de un amor imposible y una historia sobre la mafia, llena de ingenio e inteligencia que, si bien no lleva al último punto de depuración alcanzado en su debut, al perder el desparpajo y la amarga dulzura de la misma, sí sabe transitar con habilidad entre la comedia y el drama, por esta historia de los diversos enjuagues que tuvo que hacer el ejército americano para que la mafia siciliana no le diera problemas en su intento de invasión de Italia.
La galería de personajes es, de nuevo, extraordinaria, desde el propio personaje principal interpretado por Pif, con su inocente mirada infantil, suerte de Cándido contemporáneo, pasando por secundarios inolvidables como la pareja del ciego y su acompañante, siempre famélicos, el indignado capitán o Don Caló, el todopoderoso mafioso.
Sin pretenciosidad y fiel a su estilo, Pif nos deleita con otra obra si no mayor si notable y muy divertida.
Cada vez estoy más convencido, a pesar de su escasa producción, de que Pif trata de ser el heredero del gran Luigi Zampa, por su espíritu de comedia irreverente y crítico, que jamás pierde la sonrisa irónica y comprensiva hacia las debilidades humanas. Narrada mediante una voz en off, Pif repite personajes –al menos, los nombres de los protagonistas, Arturo Grammaresi y Flora Guarnierison, son los mismos que en su primera película- como si quisiera unir ambas historias. Es, de nuevo, una historia de un amor imposible y una historia sobre la mafia, llena de ingenio e inteligencia que, si bien no lleva al último punto de depuración alcanzado en su debut, al perder el desparpajo y la amarga dulzura de la misma, sí sabe transitar con habilidad entre la comedia y el drama, por esta historia de los diversos enjuagues que tuvo que hacer el ejército americano para que la mafia siciliana no le diera problemas en su intento de invasión de Italia.
La galería de personajes es, de nuevo, extraordinaria, desde el propio personaje principal interpretado por Pif, con su inocente mirada infantil, suerte de Cándido contemporáneo, pasando por secundarios inolvidables como la pareja del ciego y su acompañante, siempre famélicos, el indignado capitán o Don Caló, el todopoderoso mafioso.
Sin pretenciosidad y fiel a su estilo, Pif nos deleita con otra obra si no mayor si notable y muy divertida.