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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Drama "Mi amigo Ivan Lapshin" muestra la vida cotidiana en los años treinta de una forma jamás abordada en la URSS, sin heroísmo, sin modelos estereotipados, con toda su miseria y su sordidez. La acción es prácticamente nula. Sucede en una ciudad de provincias y el protagonista es un joven oficial de la policía, la Cheka staliniana, que combate a las bandas de delincuentes que actúan en la región. Se muestran privaciones de la vida cotidiana, ... [+]
3 de junio de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexey German, el más crítico de los directores soviéticos, pertenecía a la misma generación que Tarkovski o Konchalovski pero, a pesar de las grandes dificultades que tenía para estrenar sus películas, era adorado por un público que prefería su melancólica y humana cercanía al incomprensible misticismo cartesiano del primero o a la inofensividad del segundo.

Con un estilo cinematográfico elusivo pero de gran fuerza expresiva, muy influido tanto por el cine de la nouvelle vague – Goddard, sobre todo- como por el neorrealismo italiano, German adapta una serie de relatos de su padre, el escritor Yuri German, en los que se rememora la Unión Soviética de los años treinta a través de los recuerdos de un niño de 9 años que vive con su padre y varias personas más en una casa comunal, entre ellos un periodista deprimido por la muerte de su mujer o el melancólico y enamoradizo policía Ivan Lapshin que da título al film.

German mezcla escenas en blanco y negro y color, usa la cámara en mano y excluye el montaje, imprimiendo un gran dinamismo a una película en la que los personajes cruzan por delante de la cámara o son filmados, a veces, desde la espalda. German muestra el fin del sueño del “homo sovieticus”, con crudeza pero sin acritud, en un entomológico pero vívido retrato de la vida cotidiana soviética de los años treinta, justo antes de las purgas del 36, la convivencia en los pisos comunales, las humildes condiciones de vida de los hijos de la revolución o la incomodidad de una vida que no excluía la humanidad, el humor y la felicidad.

La película configura un microcosmos de personajes chejovianos tristealegres, desesperados o resignados, descreídos de las mentiras de un régimen –“no creo que Maiakovski se suicidara”, “para 1938 nuestro país estará produciendo 4 millones de botellas de champan”-. Es un mundo tratado con una mirada humana, sabia, comprensiva o, en palabras del propio director “esta es mi declaración de amor por la gente con la que crecí cuando era niño”. A German le interesa el paisaje de la infancia y su nostalgia y sigue a unos personajes que no han perdido las esperanzas de futuro aunque no tengan ilusión por el presente -“plantaremos un jardín y lo disfrutaremos”-

Las autoridades soviéticas tildaron a la película de “film repugnante” y pese a que fue recibida con gran entusiasmo por el público en su estreno de 1979 fue retirada hasta su reestreno en 1984. Sólo con la llegada de Gorbachov al poder un año después, las obras de este cineasta a contracorriente pudieron estrenarse con normalidad.
Gould
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