Media votos
6,1
Votos
3.134
Críticas
439
Listas
14
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Archilupo:
9
8,1
29.053
Drama
Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2011
76 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Buñuel volvió a España para rodar (se lo facilitó una coalición entre Bardem y Portabella con el mexicano Alatriste) y sus fetichismos se empataron con las raíces. El mundo íntimo y la antropología local se correspondían. Lloraba al pisar las calles de sus andanzas estudiantiles. Dormía en el suelo de un apartamento en el piso 17 de la Torre de Madrid y tiraba aviones de papel a la Plaza de España.
El presupuesto, 5 millones de pesetas, era exiguo, sobre todo en comparación con los 480 de “King of Kings”, también rodada en España, pero le sacó partido porque dejó varias secuencias únicas.
Por primera vez trabajó con Fernando Rey, que se convirtió en su ‘alter ego’ para varios títulos franceses posteriores. Silvia Pinal era la novia de Alatriste. Algunos mendigos eran auténticos, como “El Leproso”. La ropa la consiguieron cambiándosela por nueva a indigentes verdaderos.
El rodaje se convirtió en peregrinaje de intelectuales. Pese a la furiosa incomprensión de los exiliados en México, por primera vez un artista republicano importante rompía el cerco y regresaba a trabajar a la península. Y todo fluía sobre el sustrato vivo de Galdós, Valle, Goya y Solana, con actores ibéricos. Hasta la censura colaboraba, al corregir un final muy directo y cambiarlo por una insinuante partidita trilateral.
2) Buñuel, conocedor de sus mecanismos creativos, era capaz de dar cuenta de cómo gestó sus películas, casi siempre a partir de una imagen, de una de sus persistentes fantasías. De adolescente estaba enamorado de la reina Victoria Eugenia e imaginaba colarse en Palacio y servirse de un narcótico para poseerla. Se cambió por un viejo hidalgo traumatizado por la muerte de su esposa en la noche de bodas, y a la reina por una virginal novicia. Los mendigos vendrían después, para que Viridiana intentase poner en práctica con “sus” pobres el ideal caritativo.
Viridiana era el nombre de una santa medieval francesa de la que Buñuel había oído hablar en el colegio zaragozano.
3) Con dos claras mitades, iniciadas ambas por el plano de unos pies infantiles saltando a la comba, el tema resultante es el anacronismo de la inocencia; con cierto toque sadeano, la virtud es arrollada, ultrajada: en la primera parte por el retorcido don Jaime, en la segunda por el machismo incontinente del hijo (Rabal) y por los troglodíticos mendigos.
[Sigue en el spoiler por falta de sitio. Disculpen la extensión, pero don Luis es mucho don Luis]
El presupuesto, 5 millones de pesetas, era exiguo, sobre todo en comparación con los 480 de “King of Kings”, también rodada en España, pero le sacó partido porque dejó varias secuencias únicas.
Por primera vez trabajó con Fernando Rey, que se convirtió en su ‘alter ego’ para varios títulos franceses posteriores. Silvia Pinal era la novia de Alatriste. Algunos mendigos eran auténticos, como “El Leproso”. La ropa la consiguieron cambiándosela por nueva a indigentes verdaderos.
El rodaje se convirtió en peregrinaje de intelectuales. Pese a la furiosa incomprensión de los exiliados en México, por primera vez un artista republicano importante rompía el cerco y regresaba a trabajar a la península. Y todo fluía sobre el sustrato vivo de Galdós, Valle, Goya y Solana, con actores ibéricos. Hasta la censura colaboraba, al corregir un final muy directo y cambiarlo por una insinuante partidita trilateral.
2) Buñuel, conocedor de sus mecanismos creativos, era capaz de dar cuenta de cómo gestó sus películas, casi siempre a partir de una imagen, de una de sus persistentes fantasías. De adolescente estaba enamorado de la reina Victoria Eugenia e imaginaba colarse en Palacio y servirse de un narcótico para poseerla. Se cambió por un viejo hidalgo traumatizado por la muerte de su esposa en la noche de bodas, y a la reina por una virginal novicia. Los mendigos vendrían después, para que Viridiana intentase poner en práctica con “sus” pobres el ideal caritativo.
Viridiana era el nombre de una santa medieval francesa de la que Buñuel había oído hablar en el colegio zaragozano.
3) Con dos claras mitades, iniciadas ambas por el plano de unos pies infantiles saltando a la comba, el tema resultante es el anacronismo de la inocencia; con cierto toque sadeano, la virtud es arrollada, ultrajada: en la primera parte por el retorcido don Jaime, en la segunda por el machismo incontinente del hijo (Rabal) y por los troglodíticos mendigos.
[Sigue en el spoiler por falta de sitio. Disculpen la extensión, pero don Luis es mucho don Luis]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
4) El mayor impacto lo causó, con razón, la cena pantagruélica y orgiástica de los mugrientos pordioseros hablando en sainete y bailando beodos al son del Aleluya haendeliano entre risas desdentadas. Pero es también enorme el montaje que alterna el ‘ángelus’ en la huerta con los ruidosos avances de las obras, presentados con brusquedad, en contraste con la mística quietud de la oración. Como de costumbre, Buñuel se despacha contra la técnica y su empuje inexorable, personificado por Rabal y su grosera modernidad acosadora, contra la que escasa resistencia pueden ofrecer Viridiana y su ilusorio programa compasivo y regenerador.
Buñuel no idealiza a los mendigos ni pretende ser comprensivo. Escéptico ante posibles redenciones, los muestra en su cruda zafiedad, taimados y míseros. Lo dice de otro modo en la escena de Canelo, el perro atado al carro y liberado en esfuerzo inútil.
Sigue usando los animales para insertar metáforas: la abeja rescatada del agua, la paloma desplumada, el gato que cae sobre su presa…
Y sigue por supuesto con los personales fetichismos (sobre todo los pies) que cargan la cinta de tórrida electricidad, un erotismo apenas subliminal: las piernas despojadas despacio de sus medias, la ubre que la novicia casi agarra para ordeñarla, el colgante mango de la comba… Pero los pies aparecen constantemente: muchos personajes son presentados a partir de sus pies, incluso el ahorcado. Pies que cuelgan, que saltan, caminan, calzan alpargatas, sandalias, botas, son lavados, visten zapato de mujer siendo masculinos. Junto con las frecuentes cuerdas, dan a la narración un sabio y sólido ritmo.
5) “Viridiana” se presentó en Cannes con pabellón español y ganó la Palma de Oro. Un funcionario franquista recogió ufano el galardón. Todo el mundo sacaba pecho hasta que el vaticano “L’Osservatore Romano” encontró blasfema la obra y montó descomunal escandalera. Aunque el propio Franco, tras verla dos veces en El Pardo, no halló nada excesivo en lo que le pareció una baturrada, el funcionario fue defenestrado. Más allá de prohibirse la película, se decretó inexistente y se destruyeron sus copias. Un hijo de Buñuel logró pasar a Francia unos rollos en la furgoneta de unos toreros, y de allí llegaron a México, desde donde Alatriste distribuyó con éxito el film al mundo.
Igual que toda la obra mexicana de Buñuel, “Viridiana” no se exhibió oficialmente en España hasta pasados unos años de la muerte del dictador.
Buñuel no idealiza a los mendigos ni pretende ser comprensivo. Escéptico ante posibles redenciones, los muestra en su cruda zafiedad, taimados y míseros. Lo dice de otro modo en la escena de Canelo, el perro atado al carro y liberado en esfuerzo inútil.
Sigue usando los animales para insertar metáforas: la abeja rescatada del agua, la paloma desplumada, el gato que cae sobre su presa…
Y sigue por supuesto con los personales fetichismos (sobre todo los pies) que cargan la cinta de tórrida electricidad, un erotismo apenas subliminal: las piernas despojadas despacio de sus medias, la ubre que la novicia casi agarra para ordeñarla, el colgante mango de la comba… Pero los pies aparecen constantemente: muchos personajes son presentados a partir de sus pies, incluso el ahorcado. Pies que cuelgan, que saltan, caminan, calzan alpargatas, sandalias, botas, son lavados, visten zapato de mujer siendo masculinos. Junto con las frecuentes cuerdas, dan a la narración un sabio y sólido ritmo.
5) “Viridiana” se presentó en Cannes con pabellón español y ganó la Palma de Oro. Un funcionario franquista recogió ufano el galardón. Todo el mundo sacaba pecho hasta que el vaticano “L’Osservatore Romano” encontró blasfema la obra y montó descomunal escandalera. Aunque el propio Franco, tras verla dos veces en El Pardo, no halló nada excesivo en lo que le pareció una baturrada, el funcionario fue defenestrado. Más allá de prohibirse la película, se decretó inexistente y se destruyeron sus copias. Un hijo de Buñuel logró pasar a Francia unos rollos en la furgoneta de unos toreros, y de allí llegaron a México, desde donde Alatriste distribuyó con éxito el film al mundo.
Igual que toda la obra mexicana de Buñuel, “Viridiana” no se exhibió oficialmente en España hasta pasados unos años de la muerte del dictador.