Junto con Harold y Maude, una de las cintas más raras del cine indie americano que habré visto. La película comienza con una galería de personajes a cada cual más extraño en su comportamiento. Sin embargo, es una buena forma de acercarse a la idiosincrasia de la "américa profunda" yanqui, que no es más que la exaltación de los problemas cotidianos de cualquier país avanzado a la que se le suma la falta de cultura y expectativas. Algo que contrasta con la tan cacareada tierra de las oportunidades que la mayoría de films nos venden, lo cual es de agradecer. Se nota que es una película de bajo presupuesto por muchas razones. Los secundarios son malillos. El guión tiene más agujeros que un queso gruyére. Y por dios, EL MICRÓFONO APARECE A LO LARGO DE TODA LA PELÍCULA. ¿Tan difícil era esconderlo? Menuda chapuza. Fijaos en la parte superior de la imágen. A pesar de todo ello, la película posee momentos de lucidez. Dos ejemplos:

- ¿Puedes dejar de ver la tele un momento?
- No.
- ¿Por qué?
- He tenido un mal día. Me he tragado mis principios y me he humillado ante un idiota. La tele hace posibles estos sacrificios cotidianos. Anestesia el interior de mi ser.

- ¿Me traes otra cerveza?
- Ya estas borracho.
- No, yo no me emborracho.
- Tu trabajo te hace aburrido y malo.
- Mi trabajo me convierte en un respetable miembro de la sociedad

Una fina ironía sobre la rutina del ciudadano medio, que entierra todo tipo de esperanzas y sueños quedando reducido a un zombie en lugar de una persona de carne y hueso. Película muy irregular, sólo recomendada para cinéfilos empedernidos o para fans de rarezas.