Marco Bellocchio narra la historia de Tommaso Buscetta, la primera personalidad importante que decidió saltarse los códigos de silencio de la mafia y hablar abiertamente de sus crímenes. Y lo hace en un relato pegado a los hechos, cerebral, sin concesiones al espectáculo, sin idealizar ni moralizar, introduciendo secuencias oníricas para comprender mejor a un personaje acosado por el miedo, la pérdida de dos hijos y los recuerdos tormentosos, que se dignifica con el paso de los minutos, al decidir enfrentarse a una maquinaria maligna y brutal.

Pierfrancesco Favino realiza un interpretación excelente, bien acompañado por el resto de actores. Son memorables las escenas del juicio, convertido en un circo por los miembros de la Costa Nostra, y también el retrato de Giovanni Falcone, henchido de profesionalidad y ética. La película comienza a lo grande (quizá resulte un inicio algo confuso para quienes no conozcan lo que sucedió), con asesinatos sanguinarios multiplicándose sin cesar, para después mostrarnos el funcionamiento del mal, el tejido de la corrupción, que llega hasta las más altas instancias.