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Voto de tolstoievska:
8
7,6
14.660
Drama
En los asfixiantes pasillos de la Estación Central, en Río de Janeiro, una antigua maestra se gana la vida escribiendo las cartas que le dictan los analfabetos. Endurecida por la soledad y por la adversidad, Dora ha ido cayendo en una estoica indiferencia. Sin embargo, cuando una de sus clientes muere atropellada a la salida de la estación, decide hacerse cargo de su hijo y llevarlo a casa de su padre en una remota zona del nordeste de Brasil. (FILMAFFINITY) [+]
12 de diciembre de 2007
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas películas en las que uno tiene la sensación, por momentos, de que la cámara se ha introducido en la propia realidad de "riodeyaneiro" y de esa "Estación Central" donde la protagonista se dedica a escribir cartas para ciudadanos analfabetos que no son capaces de hacerlo, y donde hay "vigilantes" de paisano que custodian los puestos de las tiendas y no dudan en meter dos tiros a cualquier pequeño ratero miserable que se le ocurra intentar robar. No he estado en Brasil, y no sé cómo será la realidad o cómo era cuando se rodó esta obra en los años 90, pero uno tiene la sensación de estar allí, inmerso en esa estación y en ese ambiente masificado de seres humanos que infestan los vagones de los trenes. En ese sentido, la protagonista, que en una pequeña mesa y una pequeña silla de madera colocados en una esquina cualquiera de la estación se dedica a transmitir las noticias que esos ciudadanos incultos que produce la miseria existente en todos los países -incluso en los más ricos del planeta-, parece convertirse en una metafora de la existencia de cualquier mujer madura y cercana a la vejez, con una vida donde ya no parece que se pueda viajar a ningún sitio agradable, y donde se está condenada a permanecer estática en una estación desde la que sin embargo, constantemente, todo el mundo se desplaza de un lugar a otro, cada uno con sus miles o más bien millones de pequeños objetivos y destinos. Destinos, que al igual que las cartas que escribe "Fernanda Montenegro" -la veterana actriz protagonista-, quizás nunca lleguen a buen puerto. Porque los destinos de las personas son desconocidos para sus protagonistas, igual que las cartas puede que ni siquiera sean envíadas por correo...
Entonces aparecerá un niño con su madre, para que la "escribiente de cartas" envíe un mensaje a su marido; pero el destino se torcerá, o más bien seguirá su curso, y hará que esta mujer cínica y tramposa, que se dedica a ser la "voz" de todas esas personas que no saben escribir, se vea relacionado con ese niño con el que en principio parece tener una relación de amor-odio, y con el que por fin se embarcará en un viaje que la alejará de su rutina estática y aburrida, donde la máxima ilusión que queda es adquirir una televisión con la que alienarse aún más, si cabe.
La historia plasma muy bien esa sensación de sentirse perdido y marginado en este mundo. Sin unos objetivos claros, sin alicientes, golpeado, a punto de perder cualquier atisbo de ética o decencia en nuestra conducta. Una situación que cualquiera de nosotros podemos haber llegado a sentir alguna vez, o que podemos quizás conocer en el futuro, si nuestro entorno se vuelve tan hostil o tan indiferente hacía nuestra misera existencia que llegamos a tener la sensación de que nuestra vida no le importa a nadie. Al borde del abismo. En el filo de la navaja.
Entonces aparecerá un niño con su madre, para que la "escribiente de cartas" envíe un mensaje a su marido; pero el destino se torcerá, o más bien seguirá su curso, y hará que esta mujer cínica y tramposa, que se dedica a ser la "voz" de todas esas personas que no saben escribir, se vea relacionado con ese niño con el que en principio parece tener una relación de amor-odio, y con el que por fin se embarcará en un viaje que la alejará de su rutina estática y aburrida, donde la máxima ilusión que queda es adquirir una televisión con la que alienarse aún más, si cabe.
La historia plasma muy bien esa sensación de sentirse perdido y marginado en este mundo. Sin unos objetivos claros, sin alicientes, golpeado, a punto de perder cualquier atisbo de ética o decencia en nuestra conducta. Una situación que cualquiera de nosotros podemos haber llegado a sentir alguna vez, o que podemos quizás conocer en el futuro, si nuestro entorno se vuelve tan hostil o tan indiferente hacía nuestra misera existencia que llegamos a tener la sensación de que nuestra vida no le importa a nadie. Al borde del abismo. En el filo de la navaja.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Interesante película. Muy diferente a "Ciudad de Dios". Esta "Estación Central de Brasil" es mucho más comedida y sobria, pero al final igual de efectiva en mostrar la pobreza y la dificultad para llevar una vida digna y medianamente pacífica.
Cuando aquí nos comunicamos a través de internet, es interesante constatar que hay gente en muchos países desarrollados que no tiene la posibilidad de educarse y de aprender lo más esencial para desenvolverse de modo civilizado al llegar a la vida adulta. Personas que no saben leer o escribir. Es mucho más fácil aprender a disparar, y a robar o matar, sobre todo si no somos capaces de ver otra salida, porque no nos han educado para ser cultos y educados.
Y así nacen las "Ciudades de Diós" o "Las estaciones centrales de Brasil".
¿Cúal es la solución? Ni idea. ¿Quizás educar a la gente? Pero mucha gente educada que sabe leer y escribir también roba y mata, ¿entonces? Ni idea. Quizás seguir viviendo en esta especie de caos que es la vida humana, igual que hacen el niño y la señora protagonistas de esta historia. En cualquier caso me alegro de saber leer y escribir, porque sino no podría escribir este comentario, o tendría que llamar a la "escribiente de la Estación Central" y explicarle lo que quería decir, lo que quería contar...
Cuando aquí nos comunicamos a través de internet, es interesante constatar que hay gente en muchos países desarrollados que no tiene la posibilidad de educarse y de aprender lo más esencial para desenvolverse de modo civilizado al llegar a la vida adulta. Personas que no saben leer o escribir. Es mucho más fácil aprender a disparar, y a robar o matar, sobre todo si no somos capaces de ver otra salida, porque no nos han educado para ser cultos y educados.
Y así nacen las "Ciudades de Diós" o "Las estaciones centrales de Brasil".
¿Cúal es la solución? Ni idea. ¿Quizás educar a la gente? Pero mucha gente educada que sabe leer y escribir también roba y mata, ¿entonces? Ni idea. Quizás seguir viviendo en esta especie de caos que es la vida humana, igual que hacen el niño y la señora protagonistas de esta historia. En cualquier caso me alegro de saber leer y escribir, porque sino no podría escribir este comentario, o tendría que llamar a la "escribiente de la Estación Central" y explicarle lo que quería decir, lo que quería contar...