Tenía 7 años por entonces. Yo no sabía ni por lo más remoto quién era Indiana Jones, el caso es que mis padres tuvieron la gran ocurrencia de llevarme con ellos a verla.

Llegamos al cine Arango (Gijón), y el cine estaba a reventar (como molaban los cines de antes). A mí el tipo este con el sombrero me parecía sacado de una película de vaqueros de las que echaban tantas veces los sábados por la tarde y que tantas veces me había tragado.

Que equivocado estaba, ésta película no tenía nada que ver con un western. El caso es que la película me dejó sin aliento. No recuerdo mis emociones durante la película, debía de estar en un éxtasis momentáneo del que no podía salir. Sólo me acuerdo de que mi padre me puso la mano delante de mis ojos para que no viera la impactante imagen de cuando el malo de la película muere acelerádamente convirtiéndose en esqueleto y luego polvo.

Al final cuando acabó la película desperté de mi sueño hecho realidad. Nunca había visto nada igual (sólo de pensarlo ahora se me pone la piel de gallina). Una película grandiosa. La aventura en estado puro. Fue triste para mí el que acabara tal obra maestra. Por mi hubiera durado hasta la eternidad.

Esta película lo tiene todo, aventura, romance, humor...Tiene secuencias de acción de lo mejor que se ha visto en la historia y de las que ya no se hacen, dos actores que encajan a la perfección. Tiene partes sobrecogedoras, momentos irrepetibles etc etc etc.

Después de salir del cine no paraba de recordarla durante días, meses, años, hasta ahora. Había nacido un mito para mí. Que pena que la cuarta entrega no tenga ni por asomo tantísimo nivel.
Pero sí tiene otras dos entregas que con el tiempo fui descubriendo, después del 89, y que si no son tan buenas como esta casi lo consiguen. IRREPETIBLE.