Pues eso, que un cenutrio mando de las tropas romanas perdido en el quinto carajo bárbaro en los tiempos del imperio, tallado para ondear la bandera del honor por doquier a su lado la vista alcance, terminará entrando en razón y abrazando lo único que realmente merece ser apreciado, el amor (esta vez una individua que se encuentra en el camino, que le da cobijo y le ayuda a zafarse de sus perseguidores, que sobrevive simulando ser una bruja para que no de len el peñazo ni romanos ni oriundos). En resumen, no hay aquí otra cosa que un drama romántico ya que esa es la clave del desenlace, por muchos litros de sangre y seccionamiento de cabezas con que nos quieran distraer durante unos noventa de los noventa y siete minutos que ocupa el filosófico relato. Y la verdad es que, aunque la mayor parte de los personajes están perfilados más con pena que gloria y uno termina saturado de decapitaciones, esa liberación final de sandeces que viene a mostrarnos la evidencia de que imperios y nacionalismos varios no son más que un patético cáncer y lo mejor es apartarte de ellos con alguien que te quiera y con quien compartir estos cuatro días de que disponemos, esa sencilla y sabia deducción mola e impide que baje la nota por debajo del aprobado, aun dirimiendo con la sensación de haber estado perdiendo el tiempo.

Adjunto síntesis extra en facilón pareado:

"Que le den al honor,
yo me quedo con Leonor"