De verdad que estos tres monos son las personalidades más frías que he visto en mi vida, bien lo determina Nuri Bilge Ceylan: “ni expresan nada, viven sus vidas al correr del viento, todo en sus vidas va pasando lentamente", pero tan lentamente que me ha llegado el aburrimiento en la mitad y la he dejado de ver, luego al terminarla de ver me he quedado en las mismas, cuando parecía que por fin se elevaba, otro plano largo de la siguiente escena la volvía a hacerla caer.
De este tipo de cine minimalista he visto muchísimas obras maestras, películas que están entre mis favoritas, pero el riesgo que se corre al realizar películas así es que puedan gustar demasiado (si se logra la conexión total con la historia), o caer en el aburrimiento, pues este film ha terminado al revés.
Bilge Ceylan cincela sus personajes como si fuera una pintura de oleo, se nota el arte de la realización de los cuadros, pero es igual que estar viendo esa misma perfecta pintura por casi dos horas, no se mueve, no hacen nada, nada, nada, nada, nada, eso es lo que es: una pieza de arte estática, tratar de verla por dos horas seguidas puede llegar a cansar mucho.
En realidad hay momentos muy buenos e impactantes (las escenas del hermano muerto son espectaculares) pero son tan pocos que no logran levantar el film, el cual se queda estático, y esas dos horas se hacen una eternidad.
En realidad entiendo el realismo que quiso colocarle Bilge Ceylan a esta película, pero lo que no comprendo es porque darle un tratamiento tan frio... es decir, escenas más crudas le hubieran dado más impacto al metraje y así sacar de la pesadez a cualquiera, porque repito, el argumento es fascinante, y en el desarrollo del guión también es comprensible el objetivo de Bilge Ceylan, pero su frio tratamiento no me ha gustado.
Bueno, eso sí, la fotografía es espectacular, ese tono amarillo pastel que inunda el film se hace grandioso, las actuaciones son buenas pero destaco la grandísima interpretación de Hatice Aslan.
Nota: 5/10