Frenético thriller de acción el protagonizado por Denzel Washington que, en esta ocasión, cambia a su compañero en Training Day, Ethan Hawke, por el actual -más de moda- Ryan Reynolds; aunque, sintiéndolo mucho, en el fondo se trata del mismo tipo de personaje en ambos casos interpretado maravillosamente por el susodicho artista. Sabiendo sacarle un partido extraordinario a este papel y otros similares, la historia transcurre con una ritmo trepidante que apenas te deja tiempo para pensar, con un juego de cámara que ofrece tantos y diversos ángulos que acelera, si eso es posible, aún más toda la adrenalina absorbida durante la visión de la misma. Con un relato que no sobresale por su originalidad -muchas veces visto-, y un guión que sigue la misma pauta, sin duda lo más impactante e interesante es el dúo formado por estos dos actores en sus correspondientes profundas actuaciones; ellos mantienen la intensidad y el ritmo de la cinta en todo momento, no permitiendo que la misma decaiga. Típico film de espionaje sobre la CIA cuya potencia se basa en la elección de sus interpretes y la habilidad para filmar las escenas de acción; suficiente para cubrir tu entretenimiento sobradamente.