Dejamos aparte fotografía, cámara, ambiente, sobriedad,interpretación magistral...Pero una obra de arte es algo más: es verosimilitud. Y aquí se parte de un supuesto inverosímil: la promesa que el viejo hace a la vieja de que no la ingresarían en un hospital o residencia. Si el viejo tiene fuerza para hacer lo que al final hace también la debería tener para no cumplir esa absurda promesa.
Pero, claro, sin eso no habría ese ambiente de desesperación, negrura y pesimismo que tanto le gusta a Haneke.
Y otra cosa: vaya familia. Los dos viejos se pasan la vida diciéndose "gracias" y "perdón" todo muy estirado. Pero ni un achuchón de cariño. Lo mismo la hija, las dos veces que va a ver a la madre. Quizá los latinos estamos mal acostumbrados. O quizá Haneke proviene de un ambiente donde lo normal es eso: el distanciamiento educado,
Por todo eso, muchos que han escrito aquí dicen que no hay emoción en ningún momento. No la hay. Todo es frío.