Era una obra que tenía pendiente, pero me daba profunda pereza. La muerte de Saza me ha obligado a verla... ¡y qué mejor homenaje! El humor mayúsculo, el más inteligente y complejo, es siempre el absurdo. Una película que se ríe absolutamente de todo y de nada en un sinsentido continuo con situaciones desternillantes por inesperadas y personajes que trascienden la pantalla y representan lo más granado de la sociedad española.

La cinta es de una imaginación despierta, de una lucidez poco común en la comedia, quizás la mejor del cine patrio y que bien conviene revisionar en estos días de incertidumbre (la disección esperpéntica de la democracia asamblearia es como poco actual). El humor suele variar con el tiempo y la moda, pero la película del Jose Luis Cuerda apenas ha envejecido; su sátira es inmortal.

Un film estúpido (y no es peyorativo), tan estúpido y brillante como el teatro del absudro de Beckett y Camus. Una obra existencialista que está bien a la altura en contenido de Calígula o Esperando a Godot en una españa de cambio que no sabía muy bien reconocerse. Es verdad que se puede achacar en contra una fotografía inferior y una puesta en escena mejorable, pero el conjunto es exquisito. Mezcla géneros (musical incluido), dispone de un montaje vertiginoso y regala escenas inmejorables.

Lo mejor que podemos decir a favor de esta obra de arte es: "nunca he visto nada que se le parezca", aseveración que sólo se produce ante títulos de raza e irrepetibles. Puede gustar o no, pero es especial sin duda.