Todo un lujo poder ver en pantalla este duelo de actores en auténtico estado de gracia. Pese a una carrera tremendamente irregular, tanto Rourke como la cada día más sensual Tomei, consiguen dejarnos con un nudo en la garganta con sus fascinantes interpretaciones. Uno como el anti-héroe solitario cuya vida y sueño es la lucha y se ve incapaz de dejarla (se notan las tablas sobre el ring), y la otra como la madre coraje capaz que hacer lo que sea necesario para sacar a su hijo adelante.

Ellos son la película, y ellos son los que hacen creíble hasta el límite esta descarnada historia sobre la soledad del ser humano, el fracaso, el inexorable paso del tiempo, el abandono, la renuncia a los sueños por la familia.....todo dentro de un mundo de perdedores acompañado por el mejor hard-rock de los 80 y en el que no hay el menor resquicio para la sensiblería.

Mickey Rourke ha vuelto, y espero que esta vez sea para quedarse definitivamente.....una verdadera lástima que no le dieran un Óscar tan merecido.