"El canto del estireno" es una de los títulos menos conocidos y menos atendidos de la filmografía. Indudablemente, nos encontramos ante un título menor, pero que no desprecia la acostumbrada osadía visual y crítica del director.

Quizá lo más engañoso del film sea su consideración de documental. "El canto del estireno" busca como excusa su catalogación dentro del género, pero realmente se vale de lo informativo con miras a lo estético y hacia la reflexión sarcástica. En realidad, Resnais parece mucho más interesado en combinar la imaginería abstracta a lo Walter Ruttman y una ironía social.

Si recuerdan los filmes Opus I y II, Ruttman, donde nos encontramos con los experimentos de un Mondrian fílmico, comprenderán el sentido del homenaje latente en los primeros compases del film (cuadrados, rectángulos, juegos geométricos de color) que aspiran a un goce casi pictórico.

A partir de este prolegómeno, Resnais despliega una genealogía del estireno hacia atrás, hacia sus orígenes. Ya esta elección es representativa del deseo de desautomatizar los juicios del espectador. En lugar de una relación causal, de una evolución temporal lineal, el director nos hace ir marcha atrás, siguiendo un movimiento extrañador (un poco al modo de "Retorno a la semilla" de Carpentier).

Este marcha atrás, aun cuando sigue recreándose en la geometría, los contrastes de color, incluso en los contrastes de movimiento de plano, va desarrollando progresivamente una visión cínica de nuestro mundo. El plástico, cuna del mundo posmoderno, proviene de un molde, la materia de un color, primero fragmentado, luego convertido en tirantes, más tarde presentado como un magma al cual se aderezan polvos, y después charco incoloro. En la mera representación de la vulgaridad de los orígenes, Resnais está tratando de censurar las raíces inestables del mundo industrial.

Cuando el director arriba al destino deseado (al origen del estireno) nos encontramos con la basura, el desecho de lo que nada vale y de cuya existencia depende nuestro mundo. Resnais se detiene en la ironía del desecho, pero nos pregunta (y aquí habla el artista), si del valor inútil del carbón nace el estireno ¿qué se podría hacer con otros materiales desechados?

En fin, todo un canto al mundo moderno, plasmado en planos dinámicos con sintaxis casi musical y en el que vemos la raíz de las vanguardias del reciclaje.

Muy recomendable.