Björk canta como una rata podría hacerlo. Bien. Este punto ha de quedar totalmente claro, ya que durante todo la película he tenido que sufrirla; es algo superior a mí, y aún sigo sin entender como esa voz de hámster constipado hace sentir algo más que molestia auditiva.

A pesar de que esta señorita no recibiera por gracia divina el dote de la voz, el más Grande fue benévolo con tal criatura y le entregó como ofrenda una maravillosa tez aterciopelada y una mirada con expresión de retardo mental. "Esto-le dijo- te será mucho más útil en la vida". Tan sabias palabras que Björk, por entonces, no llegó a entender, tomaron forma y significado cuando le propusieron protagonizar Dancer in the dark.

Por todo lo anterior, Dancer in the dark es, en dos palabras, desquiciantemente encantadora; una antítesis que con la voz de Björk no funciona, pero que sin la actuación de Björk sería impensable. Björk actriz te sumerje en las entrañas de una joven que, con su optimismo abnegado, intenta superar los constantes obstáculos que se interponen entre ella y su propósito, mientras que Björk cantante rompe la magia no dejando cabida más que al odio y la irritación, a la impotencia de tener que soportar ese ruido infernal que brota del aliento de este angelito, más apropiado para ambientar un psiquiátrico que una película, para continuar disfrutando lo que podía haber sido una obra maestra.

Y es que como decía la Bombi, y años después lo recordara mi profesor de matemáticas sarasa, eso duele.