Toda una declaración de intenciones este «El último Boy Scout» de Tony Scott. ¿Y qué declara? Pues entre otras cosas, se declara como auténtico seguidor y admirador del Cine de acción y de los grandes héroes. Así, tal cual suena.

Héroes políticamente incorrectos: son fracasados, irrespetuosos, mal hablados, violentos, bastante reaccionarios y, por encima de todo, héroes que defienden el bien frente al mal, más allá de leyes y burocracias. El mensaje no deja de ser peligroso según se mire, pero ellos, que son héroes, pueden tomarse la libertad de impartir justicia a su manera y con sus métodos. En este caso, es Bruce Willis el encargado de poner rostro y aportar su carisma al héroe urbano que fuma sin parar, que ama (sí, por supuesto) con todas las consecuencias y que sirve de ejemplo de superación, fuerza, voluntad y redención. Porque el verdadero héroe es imperfecto y derrocha humanidad.

Tony Scott es fiel a su estilo y a la estética de la época: luz, moda, una dirección creativa al mismo tiempo que clásica...; le ha faltado una potente banda sonora, una lástima, con la que podía haber subido otro puntito. De todos mdos, nada que reprocharle, excepto quizás un uso excesivo de las situaciones cómicas, de malos un tanto tontos y de los tacos; no por mojigatería, sino porque puede resultar repetitivo. Muy buen principio, buenas escenas de acción, buenos personajes (atención a la hija del protagonista) y excelentes diálogos entre Willis y Wayans, sobre todo cuando se toman un respiro y hablan de verdad, de amigo a amigo.

Clásico del cine de acción, sin duda alguna, que demuestra que los tiros no van reñidos con las emociones, ni el entretenimiento con la calidad. Totalmente recomendable.