Lo nunca visto en los viajes en el tiempo: un viaje que se superpone al anterior. Tres líneas paralelas que de interferirse tendrían consecuencias imprevisibles y desconocidas. ¿Explotaría el universo? ¿Sólo nos desmayaríamos en shock?

Secuela de la mítica «Regreso al futuro», no menos mítica por ser la segunda, que conste. Aunque parece peor por no un no sé qué que qué sé yo, lo cierto es que nos introduce de un modo original y enérgico, combinando con soltura las referencias a la primera película, un nuevo viaje, o varios viajes, en el tiempo para solucionar en esta ocasión un par de asuntillos familiares. El guión está tan bien elaborado como merece la historia y divide la película en dos partes entre pasado y futuro, casi a modo de simpático McGuffin que irá desenvolviéndose hacia el verdadero meollo de la cuestión.

Atención al atuendo años cincuenta de Michael J. Fox: sombrero y chaqueta de cuero, algo «discreto», desde luego. Encantador. Desenlace buenísimo, abierto y dispuesto para una tercera parte que nadie en sus cabales se perdería.

Arranca el DeLorean, Doc.