No tenía ni idea de que «Diferente» era un musical, así que en ese sentido es muy original.

Sin embargo, le he cogido una tirria increíble al protagonista, a Alfredo, claro alter elgo del propio Alfredo Altario. Este hombre se tenía que creer la repera en su vida real, porque vaya narcisismo y soberbia que demuestra el señor. Es que había veces que ni me podía creer lo que estaba viendo y oyendo. Esas posturitas con el pecho sacado, esa mirada de «soy el más guapo del mundo»; esa mujeres, todas, diciendo lo perfecto y maravilloso que es, y encima en su cara. Es que es verlo y rendirse a sus pies. Además, no muestra ni un mínimo de respeto hacia el resto de personas que no son como él, lo cual es precisamente lo que quiere criticar: la intolerancia hacia lo diferente. Por no mencionar su vena vengativa y sus actitudes agresivas. Vamos, inaguantable el tipo.

Se habla mucho del contenido homosexual de la película, pero lo cierto es que esperaba más. Hay dos detalles al respecto. Uno, el inicio donde se muestran los libros de Alfredo, todos de autores y temáticas que hacen referencia al mundo homosexual, por ejemplo Oscar Wilde. Esto es curiosísimo. Otro, la muy interpretable escena del obrero y su taladradora, la cual me ha recordado inevitablemente a Gary Copper en «El manantial». Mi conclusión es que tiene más fama que concreción. No podemos olvidar, por ejemplo, al personaje de Sandra y la relación que mantiene con Alfredo.

La secuencia de la película de cine mudo me ha parecido graciosa y quizá mi número favorito sea el del Perú, aunque no dejo de preguntarme de qué narices va la historia que Alfredo le cuenta al niño… Nada bueno, seguro.