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España España · Málaga
Voto de Kaori:
1
Drama. Thriller Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; sólo la autodestrucción hace que la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces fundar un club secreto de lucha, donde poder descargar sus frustaciones y su ira, que tendrá un éxito arrollador. (FILMAFFINITY)
22 de agosto de 2011
40 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trataré de ser lo más educada posible. Para empezar, sólo definiré a «El Club de la Lucha» como «bazofia», cuando la palabra que se me ocurre es algo malsonante. Una bazofia que espero que el tiempo la ponga en el lugar que merece: el cubo de la basura. O mejor aún: en un enorme estercolero.

Estoy estupefacta al ver la aceptación del público a semejante bazofia con apariencia de película. O yo no me entero de nada, o son los otros los que quieren ver mucho más de lo que es en realidad. Porque ni fascista, ni anarquista, ni nihilista ni nada de nada; ojalá fuera algo de eso. ¡Ojalá! Al menos la película tendría cierto fundamento cultural, cierta ideología clara que se podría compartir o no, pero al menos habría un fondo y un sentido. Sin embargo, «El Club de la Lucha» se queda en la pura fachada, en el eslogan fácil, en lo burdo y en lo vulgar.

La película gira en torno a dos ideas claras: hacer la guerra al consumismo y llenar el vacío existencial de alguna manera; la manera que encuentran Jack (a falta de otro nombre...) y compañía es la violencia contra los demás y contra ellos mismos. El planteamiento podría haber sido interesante, si al menos esa violencia fuera real; pero no nos engañemos. La gente que se reúne para pegarse parecen más adolescentes en el patio del colegio, que personas con una dimensión psicológica profunda y una desesperación real. Por mucha cara partida que salga, no hay verdadera autodestrucción ni una violencia sangrante, de esa que estremece y revuelve el estómago. La sensación que te dejan desde el primer minuto es que son unos completos idiotas.

La idea del consumismo es una de las grandes falacias de la película. Llevar una vida humilde no equivale, por otra parte, a vivir como auténticos cerdos, pero ese es otro tema. No se puede hablar de desprendimiento por las cosas materiales y luego robarse un deportivo en cuanto te bajas del aeropuerto; o asegurarte de mantener tus ingresos e incluso aumentarlos, tal y como hace Jack. ¿Qué burla es esa? Para rematar, nos encontramos con que la explicación al desencanto generacional se despacha con un «nos hicieron creer que seríamos estrellas de rock y no lo somos». ¡Cuánta filosofía! ¡Cuanta profundidad psicológica! Al final resulta que la desesperación de la juventud se produce porque no somos ricos, ni guapos ni famosos, exactamente lo que se pretende criticar. Bravo.

Y que nadie me diga que en el fondo es una sátira; que al final, con el sorprendente giro del argumento, se desmiente todo lo dicho... Nada de eso. La película es un «sí, pero no... pero sí». Tyler Durden (a la vista está la admiración que despierta) es el modelo que se nos ofrece como respuesta a todo los males. Un indeseable con una cara dura impresionante; el gurú, el líder, el sabio que suelta los discursitos que quedan tan «guay». En definitiva, una vergüenza de personaje, tanto por su carácter como por sus planteamientos, que resumen toda la película.

[Sigo por falta de espacio...]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kaori
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