Porque estoy loca por él, por Jude Law, que no pierde encanto ni seducción pese a las arrugas. Todo un gentleman metido a competente psiquiatra, el doctor Banks, que se topará con una paciente depresiva. A partir de este punto de partida, todo pude pasar.

Steven Soderbergh rueda con un saber hacer impresionante, esto no puede negarse, y aunque el formato es algo televisivo, el conjunto tiene una solidez adecuada y atrayente. Ayudado de una imponente Catherine Zeta-Jones en el que creo un verdadero papelón por su parte, de una frágil y creíble Rooney Mara, del cada vez más solvente Channing Tatum y del fabuloso Jude Law, Soderbergh construye un thriller con varias sorpresas incorporadas en un guión bien escrito (algún detalle sobre el comportamiento de Emily puede ser más discutible pero igualmente explicable), coherente y con distintos niveles de lecturas. Para nada creo que la historia renuncie a su crítica empresarial y farmacéutica, si precisamente todo el argumento se basa en ella, a modo de moraleja social que nos anima a no confiar ni depender tanto de la química. Para mi está claro.

Por cierto, que yo a este doctor le hubiera cambiado de pareja, porque la señora Banks de Vinessa Shaw es un muermo y una impresentable que te repatea cada vez que sale, con todo lo que dice y con todo lo que hace. Es algo secundario, sí, pero, en serio, te amarga la película. El resto sin objeciones.