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España España · Málaga
Voto de Kaori:
7
Drama. Cine negro Cinco hombres cometen un atraco y huyen cada uno por su lado. Más tarde se reúnen en un local para repartirse el dinero. Mientras esperan a Juan, que es el que lleva el botín, cada uno de ellos se pone a imaginar lo que hará con su parte. Pero la espera se prolonga, y los ladrones empiezan a sospechar que su compañero nunca vendrá. Recuerdan entonces cómo lo conocieron y cómo se desarrollaron los acontecimientos hasta ese día. (FILMAFFINITY) [+]
15 de noviembre de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de esas películas que de haber sido rodada al otro lado del charco posiblemente estaría considerada una obra maestra. Pero, claro, se rodó por un tal Julio Coll en esa España de los cincuenta que tanto temen algunos, y a la vista está que con sólo cuatro críticas en la página a «Distrito quinto» no la conoce nadie. Lamentable.

Mientras la veía, pensaba con sorpresa y agradecimiento en lo bien que queda el cine negro a la española. De Estados Unidos se ha creado a través del cine una inmensa aureola de glamour y clase, así que ¿por qué no igual en España? Pues lo hemos hecho y logrado, pero, repito, como de «Distrito quinto» ya nadie se acuerda, no se sabe que es posible y además creíble, y por supuesto elegantísimo, ver los bajos fondos barceloneses en pisos de amplios salones con habitaciones alquiladas; que nuestras mujeres fatales son también rubias, llevan maquillaje y se enamoran cuando menos lo esperan, y que las mujeres buenas sufren; que no es necesario escuchar jazz ni un saxofón para crear atmósferas densas e impactantes, sino que el flamenco bien taconeado y con sudor en la frente sirve para dejarnos sin aliento; que Arturo Fernández es uno de nuestros mejores actores, cada vez le admiro más, y que Alberto Closas nos ha dejado un personaje de cine negro fascinante. Entre el desprecio y el remordimiento, entre el cinismo y la nobleza, su Juan son varios Juanes en un solo hombre de mirada dura e inteligencia clara; voz de la conciencia entre el crimen y el Hombre.

Maravillosa puesta en escena, toda la película en un solo espacio, tiene narices la cosa, con intérpretes vivos ante la cámara, yendo siempre más allá del puro guión. Esto ya no se hace, señores mío. Las actores ya no se mueven así, ni paladean las palabras como ellos, ni fuman como fuman ellos, ni se sientan con la cabeza baja como lo hacen ellos. El recurrir a los flashbacks siempre es algo que en lo personal discuto, pero quizá tampoco había otra forma de hacerlo y, en la práctica, no quedan mal. Algunos tramos de guión no se aclaran, aunque me pregunto si importa; en cambio, tenemos un desenlace agrio donde los haya, aunque extrañamente renovador.

Drama con el encanto de la época y el género, hilvanado con emociones fuertes y personajes de una pieza. Y si un día me preguntan, angustiados, si «todo saldrá bien», yo ya no sabría qué responderles.
Kaori
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