-El caso del chico muerto en el coche lo resuelve Sherlock sin una puñetera prueba. Vamos, que se nota, y mucho, que este caso es un macguffin para enganchar con lo de las Thatcher. La explicación que da a la muerte del chico está totalmente sacada de la manga de su abrigo: «se murió solo», viene a decir, pero porque sí, porque no se le ocurre una hipótesis más brillante.

-Llega a la casa del muerto y por «una corazonada» se obsesiona con una mesa con merchandising de Thatcher. Una corazonada, repito. Esas son sus dotes de deducción. Y por su puesto la mesa era importantísima...

-Pero mira qué casualidad que la familia del muerto tenga un busto de Thatcher que el ladrón va buscando… Mira que hay familias y muertos, ¿eh?, pues nada, ha tenido que morir justo esa persona, justo cuando el ladrón va, justo cuando Sherlock se pone a investigar.

-El objetivo del ladrón, que es un excompañero mercenario de Mary, es recuperar un pen que escondió en uno de los bustos porque quiere matar a Mary. Para ello se ve que necesita la información que hay en él. No sé cuál puede ser ese contenido tan fundamental, no creo que vengan su nombre y su dirección actuales. Sea como sea, se llega a la total incredulidad cuando comprendemos que si el mercenario encuentra a Mary no es por el pen ni por ninguna investigación que haga, sino porque es Sherlock quien se va de la lengua al confesarle que conoce a Mary y asegurar que va a protegerla. De esta forma, lo pone sobre la pista.

-Tanto es así, que cuando Mary escapa de Holmes y Watson para no ponerles en peligro y ellos la siguen, el mercenario se limita a seguir a Holmes y así da con ella. Holmes está perdiendo todas sus facultades, ya que no se da cuenta de nada.

-¿A qué viene esa actitud de Watson con Holmes cuando muere Mary? Patético que le eche la culpa.

-Una anciana con una pistola rodeada de policías… y va la tipa y le da tiempo a apuntar y a disparar como si no hubiera nadie ahí. ¡La policía mirando y sin armas!