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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Drama Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2014
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que Buñuel es raro es decir una evidencia, pero vaya por delante que ese ocultamiento no es bueno ni malo en sí mismo. En realidad, apostaría por que perjudica las obras, ya que el autor corre el riesgo de no elegir bien la forma de encriptar el mensaje para que se comprenda. Sea como sea, yo necesito dividir la película en piezas pequeñas y a ver si así llego al todo.

En «Viridiana» encontramos dos temas principales: el sexo y la religión, que se unen con un tercero de corte social, o político. Sobre el sexo, me cansa que otra vez se saque la pancarta de la represión sexual, que, ojo, siempre es femenina. En contraposición, imagino que la mayoría verá estupendamente la promiscuidad descarada de don Jorge, que, ojo, es hombre y, por supuesto, muy macho; hasta me atrevería a decir que también se ven con gusto las intenciones y los actos del tío Jaime, que son para salir corriendo sin que haga falta ser monja ni beata, digo yo. Supongo que a Luis Buñuel, que era hombre, le encantaba la idea, como os encanta a vosotros, de que la mujer sea mero instrumento placentero, mera sierva sexual del varón, dispuesta en todo momento a jugar a las cartas con él... porque si no se la tacha de reprimida, que es algo muy, muy malo. He ahí la visión progresista en todo su esplendor ya en los años sesenta. La Historia no miente.

La religión es otro caballo de batalla de la película, y en serio que me sorprende que una buena parte de espectadores, algunos creyentes, tomen como útil y sana esta crítica tan superflua y panfletaria. Es que, si me apuras, no es ni crítica. ¿Cual es la denuncia real y concreta? ¿Acaso la moral cristiana? Este punto es interesantísimo. Primero, porque atribuye a la religión el patrimonio de la caridad y ayuda al prójimo, algo que no siempre se reconoce. Segundo, y más importante, porque rechaza esta ética, se mofa de ella, hace escarnio generalizado del amor, humano y divino, y alaba y glorifica el simple y natural instinto, representado en los trece pobres recogidos por Viridiana, reconvertidos en dioses, en objetos único de adoración durante su particular última cena. No somos hijos de Dios, sino de los Hombres. Nuestras aspiraciones no son espirituales, sino materiales. Nuestra vida no la rigen unos valores, unos principios que llamamos moral, sino nuestros propios deseos desatados. Ni bien ni mal, en todo caso poder. Jorge, por ejemplo, es una figura poderosísima en todos los sentidos. Él representa el mando de una nueva clase social que ya no es aristocrática, que además nació fuera del conservador matrimonio, que no comparte las costumbres de otros tiempos y trae la modernidad desde todos los puntos de vista.

Realmente no sé qué mensaje es el que predomina en la película, en parte por culpa de un guión que no concreta y que se ofusca en nimiedades o extravagancias. La historia del tío Jaime te desconecta de la historia, y eso que es el principio, y en cambio nos cortan demasiado de la relación entre Viridiana y Jorge, que directamente no sale. Las metáforas y alegorías, algunas más acertadas que otras, no llaman demasiado la atención. Silvia Pinal está fantástica, la voz de Fernando Rey acaricia y Paco Rabal... Rabal es el hombre.

Tras ver «Viridiana», lejos de quemar la corona de espinas, con más fuerza deberíamos abrazarla. Si Dios no existe, todo está permitido... por fortuna, parece añadir Buñuel. Pues vaya mundo sería.
Kaori
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