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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
4
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2007
267 de 493 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras esa frase en una secuencia introducida con vaselina en el inicio de "La noche del cazador" ya nos avisa Laughton de lo infame que llegará a ser su propuesta durante todo su transcurso: Moralina barata por doquier y muchos diálogos escupidos por sus personajes que no son más que un cúmulo de memeces adosadas al guión para que este pueda transcurrir con total normalidad.
Eso sí, lo único salvable que hallo en su guión es su planteamiento, porque tanto su transcurso como ese absurdo y lamentable final (a la escenita del niño me remito) son algo verdaderamente mediocre, solo salvable por su fotografía (que, sin ningún tipo de remordimiento, se podría decir que es lo mejor del film) y por alguna que otra secuencia rodada con determinada maña por el nefasto Laughton que, por suerte, tras este esperpento dejó la dirección para dedicarse a otra cosa, pues se ve que en su día si no recibías los aplausos suficientes, lo mejor era dejarlo y no seguir luchando por el sueño de uno mismo. Cosa que dice mucho del tipejo en cuestión, y también de la película. ¿Un film que ni siquiera fue aplaudido en su epoca y que ahora es considerado un absoluto e indiscutible clásico? ¿como se come eso? No se come, es sencillamente indigerible.

Y no por la casposidad de la interpretación de Mitchum, que sólo tiene un par de destellos de lucidez en todo el film, ni por ese montaje tan cutre e infame que consiste en meter con vaselina (sí, sí, demasiada vaselina en la cinta) cortinillas y fundidos al final de cada secuencia, aunque ello hiciese parecer que poseían un aire descuidado, inacabado, ni tan siquiera por los fallos de raccord que contiene el film de marras (como en su inicio, cuando tras oir las puertas de los coches policiales, se vuelven a oir sirenas y puertas de nuevo ¿?), seguramente por ese mensaje sobre la infancia y sus niños, un mensaje tan cogido con pinzas como lo que supone esta tontería en sí.
Tampoco se libra de tener secuencias incomprensiblemente bobaliconas y tontas, u otras tan mal rodadas como interpretadas (el momento en el cual Mitchum da una explicación sobre las marcas en sus puños es realmente deplorable), o de esa execrable moralina que nos habla sobre el bien y el mal como si nos hallásemos en un episodio de, no sé... ¿Las tortugas ninja? Por poner un ejemplo, de entre tantos otros.
Eso sí, ahora esta crítica será lapidada como tantas otras que difaman sobre la excelsa obra maestra de Laughton, y yo pienso en lo que gozaré imaginando las caras de los seguidores acérrimos a esta obra cuando lean lo escrito. En ello y nada más, y no porque sencillamente se tendrán que contentar con darle al no, sino porque mi infecta (para ellos, evidentemente) opinión seguirá estando aquí, y seguirá siendo una molestia para su vista, y yo me regodearé como nunca lo he hecho, igual que lo hice tras saber que el tal Laughton nunca más volvió a dirigir, pero bueno, como ya he dicho, un tipo que traicionaba tan pronto su sueño, no merece menos.
Grandine
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