Aunque no está a la altura de la primera entrega, sigue siendo una película para toda la familia que prioriza la unión, integración y el amor familiar.
Zachary Levi hace una gran actuación representando a un niño en el cuerpo de un adulto y eso es muy meritorio, por ahí pueden caer mal los clichés y los diálogos adolescentes dentro del personaje, pero hay que interpretarlo como tal.
Muy poca innovación e ideas nuevas son el punto débil, hay muchas escenas que son sacadas de otras películas pero eso no alcanza para hacer que esta segunda entrega decaiga.