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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
1
Acción. Thriller Un tal Simon siembra el pánico en las calles de Nueva York haciendo explotar una serie de bombas, y asegura que no dejará de hacerlo a menos que el agente John McClane acceda a jugar con él a un juego llamado "Simón dice". Con la ayuda de Zeus, un electricista de Harlem, el agente comienza una trepidante carrera para resolver las adivinanzas planteadas por el terrorista y, al mismo tiempo, para averiguar sus intenciones. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tirita, a más explosiones, hostiones, desparrames, golpizas, atropellos, descuartizamientos, aplastamientos, colisiones y descalzaperros más necesaria es ella, la reina de la farmacia, madre nuestra, santa patria.
Putos teléfonos móviles, ya lo anunciaba John, el oráculo de delfos.
El samaritano de ébano y un mierda contra el imperio del mal (alemán, qué tiempos aquellos, se echan de menos, la añorada DDR, para más señas, algo nos falta, ella). El comienzo es magnífico, guasón, ponga un negro en su vida, el mejor amigo del hombre, y prácticamente la primera hora aguanta en pie digna tan ricamente, claramente, cara al sol, mientras la perfidia reina en la ciudad, Gotham, se enseñorea o pasea, alardea, se muestra, orgullosa, se descojona, pavonea, lamentablemente la segunda parte es denunciable, espantosa sin parar, y cada vez más, como meta, como apuesta, como completa calamidad subnormal, una abominación sin parangón, el horror, vence el bien, armagedón, sorprendentemente, a quién se le ocurre.
No sé en qué cabeza sesera cacumen cabe, quién se pudo imaginar que el espectador prefiere a Willis, poli paleto irlandés, gañán, humor de cuartel, de Soberano y puro y burdel, huele a cerrado, di no a los mariquitas, abre la ventana, airea, que apesta, ducha, o a Jackson, tal baila o cojea, racista cabrón obsesivo insufrible, antes que a Irons, padre padrone, y su rubia ferolítica folladora que lo parte, tan callada, habla, mudita, como enorme, lo bueno mejor breve, en qué tipo de audiovisual consumidor degenerado degradado hecho polvo (haberlos haylos, pero hay que enseñarlos, y si son resistentes o impermeables a que la ilustración, el resto ya sí lo sabemos, penetre en ellos, habrá que exterminarlos como a cucarachas, erradicarlos, no hay otra, por el bien de la especie) pensaron estos memos, cómo se puede elegir sabotear un plan tan maravilloso perfecto, ni al que la manteca asó, la depauperación, a marchas forzadas, de la cultura contemporánea no tiene fin ni freno, no hay color ni punto de comparación, mientras los primeros son chabacanos, ruidosos, maleducados, desagradables, guarros, facinerosos y cafres hasta el extremo tuétano, el otro, y la otra, son fríos, finos, elegantes, austeros, economía de gestos, distinguidos, cultos, sobradamente preparados, genios, siempre van por delante, de hecho, tienen que dar ventaja, millones de pistas, ser la mar de piadosos y comprensivos con esos zotes zoquetes, porque si no los yanquis no pillan una y ellos se aburren. Es como preferir una convención de políticos hasta arriba de gambas y putas y coca (es decir, españoles de pura cepa, con grandes valores, únicos, grandes y libres, dios, hijo y espíritu santo, alimentar el estómago, el rabo y la napia, todo vale) que asistir a un concierto de Mahler o Wagner, vade retro, en esas estamos, el advenimiento de la mediocridad definitiva, de la diáspora, de la chapuza, de la improvisación, del arbitrio, de la borreguería y la ignorancia, de la chulería, la cochiquera y el mal gusto, de la estupidez y la barbarie, de la ordinariez y la felonía alarde hacen, de los vagos, los borrachos y maleantes, de los malos maridos y peores profesionales, suspendidos de empleo y sueldo, o de los solterones, tal vez pedófilos, ay esos niños, peor me lo pones, a ti no me acerco ni con un palo, majo, hermano, colega. Como preferir una discoteca en hora punta ibizenca antes que contemplar extasiado arrobado los planes (y el vientre), y los perfectos planos, de un arquitecto, de un Bofill cualquiera que se precie o tercie, en fin, una exaltación terrorífica del caos y el desorden, de la falta de cerebro y de criterio frente versus al trabajo bien hecho, el cálculo, la necesidad, el estudio, el conocimiento, la preparación, la paciencia, la labor en equipo, la solidaridad entre muchos, el liderazgo ejemplar, por sus obras los conoceréis, el carisma, el glamour, el mando tranquilo.
Así nos va. De hecho, cada vez que no mueren (no es spoiler, es la verdad del barquero, y del butanero, lo saben hasta en Ganímedes que no tienen ni cine, felices), y esto pasa como unas mil millones de veces cada segundo, y tenía que haber sucedido más pronto que tarde, no procrastines, es como una puñalada trapera, otra más, en el alma castigada torturada del pobre vidente o sufriente, una oportunidad perdida, sin par, de hacer, por una maldita vez, buen, por favor, cine, un asco, en resumen, sin ambages.
El mal siempre es más interesante y sincero o inteligente (hablamos de cine popular, en la vida no ha lugar a tamaña ridiculez, dejamos esas categorías risibles viles para de guardería nenes) que el bien, es el que debiera imponerse, sería una forma de dar ejemplo, bueno, de enseñar valores a la ciudadanía, de actuar/educar como dios manda a la gente, al pueblo, así son las cosas y así se las hemos contado, viva la muerte, muera la vida, santa teresa, mía.
Pero no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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