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Intriga. Terror
Norman y Claire son un matrimonio normal: él es profesor de genética y ella ama de casa. El vacío que siente Claire al marcharse su hija a la universidad se convierte en un asunto secundario cuando en la casa empiezan a ocurrir cosas extrañas e inexplicables: objetos que caen, puertas que se abren solas, radios que se encienden sin que nadie las toque... (FILMAFFINITY)
30 de noviembre de 2021
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni los Petersellers cantando a toda banda borda.
Señoras y señores, niños y niñas, hoy tengo el enorme placer de presentarles a todos ustedes la, sin la más mínima posibilidad de duda o debate que saco la faca, sí, lo siento, sé que me quedo corto, timorato, reculo, equidistante y broncíneo, peor película de la historia de la humanidad. De eso se trataba el progreso humano, de llegar a este puto punto sin retorno ni remedio, de cruzar el Rubicón, del dolor de vivir, de doblar el tiempo; de esto hablaban en verdad las profecías mayas, el fin del siglo y el milenio, de esta hecatombre, apocalipsis, el día del juicio final y de la bestia, el fin de la historia, el parto de los montes. Ya no hay vuelta atrás. Todos los años sucesivos, todo el siglo veintiuno es un sueño, la pesadilla horripilante de un cretino que se muerde la cola, en esas estamos inmersos, boca abajo, con el agua al cuello, paralizados de miedo, esa es la verdadera explicación de todo lo que padecemos, de tanto fenómeno perverso, las siete plagas bíblicas y todos los pecados capitales juntos y juntas. Ea.
A más seria o terrorífica que trata de ser o parecer, más de broma es, nos da o entra sin vaselina la floja risa, aunque estoy completamente seguro de que es justo lo contrario, y viceversa, siempre aproximadamente, por supuesto.
Una mezcla abominable de The Ring, Presunto Inocente y el pobre Tristan Tzara, qué he hecho yo para merecer esto.
Es todo eso tan repulsivo, el estercolero norteamericano en todo su apogeo, de la mojigatería moral yanqui, el terrible puritanismo protestante, la represión salvaje de los instintos que crea monstruos, que deriva en barbarie, lo que vienen acarreando con tanto quebranto y pena, como una maldición o brazo gitano, desde que arribaron a las costas de Nueva Inglaterra los del Mayflower nada menos, hace ya tanto jodido tiempo, el sexo como centro de todo, faro, perdición y derrotero, compulsivo obseso, me muero, como deseo inalcanzable y diabólico que solo de pensarlo depara aberraciones sin cuento, brujas y demonios al retortero de la posibilidad acojonante del, por ejemplo, satanás, vade retro, espeluznante adulterio y yo ya me voy corriendo y de todo me confieso, de meterla en caliente donde nunca se debe, la polla y la olla también nos caben en esta entente, ese inconsciente colectivo jungiano o no tanto personal freudiano, casi monta tanto, van tan de la mano (sus dos santos, aquí aparece hasta un ignominioso y negro psiquiatra, todo aunado, la mar de majo, cuánto teatro pánico), que de tanto usarlo se ha pervertido y carcomido y que nos informa con todo lujo de detalles de las atroces consecuencias que ha producido, y sigue en ello, el nefasto intento de controlar las supuestas bajas pasiones, las más altas y estéticas, arte jondo mediante, solo sin son practicadas/ejecutadas como debe ser por quien sabe/siente de esto, por nosotros, unos pocos elegidos, esa torcida y enfermiza sublimación que se traduce en malsana y epiléptica desviación, en lo más escabroso y macabro, en la violencia más cruel, la obsesión por/con el crimen, ya que no me la/o puedo follar, por lo menos la/o mato, algo es algo, eros o tánatos. El país de las perversiones y los asesinos en serie. La vida mansa rutinario amorosa transformada en un espectáculo de barraca de feria. Por eso son los amos del mundo, porque saben convertir lo anodino y tedioso, el aburrido mete saca del común de los mortales, ese ejercicio sin apenas gracia, todas esas burocráticas tareas, funcionarialmente obligadas, sin ganas, en las fallas de valencia, en pirotecnia huera, en algo sacrificial/sagrado, caníbal holocausto y gol de España, porque son todavía unos adolescentes empalmados que se la cascan como monos amaestrados con la siniestra mientras con la otra mano, siempre hay un camino a la derecha, sostienen la biblia que miran con el rabillo del bizco ojo y hacen complicados equilibrios con el cuerpo, se contorsionan malamente, tiemblan como espárragos, para que no se les caiga el winchester 73 que tienen justo debajo de la barbilla y que heredaron de su tatarabuelo James Stewart.
El Hitchcock de Marnie la ladrona de fondo, esa rubia fría, volcanes helados, como Kim Novak en un extraño en mi vida, o los puentes de madison, las que organizan o montan estos elementos para tratar de justificar grotescamente una triste cana al aire, capaces de tirar bombas atómicas sin despeinarse, pero completamente paralizados/impotentes ante un posible polvo a destiempo, como lo del Me Too de última hora u hornada al que se han adherido con tanto fervor y proclama, pasión y gusto, los mismos que son protagonistas del burdel ambulante más grande y depravado del universo entero, donde todo el mundo se prostituye por un de arándanos zumo, fariseos y sermoneadores, las dos caras de la misma moneda, como explicaba de aquella alucinada manera, el trasfondo oscuro de todo, la peli de Phoenix, en realidad, nunca estuviste aquí o más concretamente la de Cronenberg, maps to the stars, esconder/meter la máxima corrupción inimaginable debajo de la alfombra (esa isla, símbolo perfecto de todo este tinglado horrísono, Lolita del suicidado casualmente Epstein o esos efusivos y mayoritarios agradecimientos públicos de los actores más famosos y exitosos, muchos de ellos además, para mayor escarnio, mujeres, a Weinstein de los/las que luego se rasgaron las vestiduras tanto, se sorprendieron/lamentaron mucho y le repudiaron con todo el asco de su ser, cuando, oh, dios mío, se enteraron de repente de lo allí sucedido o acaecido esos años, como en Casablanca hacía el pequeñajo con el juego en aquella gran escena cómico siniestra, ante unas fechorías que conocían hasta las ratas de las alcantarillas, toda esa fachada de recta moral que intenta tapar los mayores espantos con una inmensa caradura y tremendo cinismo),
Señoras y señores, niños y niñas, hoy tengo el enorme placer de presentarles a todos ustedes la, sin la más mínima posibilidad de duda o debate que saco la faca, sí, lo siento, sé que me quedo corto, timorato, reculo, equidistante y broncíneo, peor película de la historia de la humanidad. De eso se trataba el progreso humano, de llegar a este puto punto sin retorno ni remedio, de cruzar el Rubicón, del dolor de vivir, de doblar el tiempo; de esto hablaban en verdad las profecías mayas, el fin del siglo y el milenio, de esta hecatombre, apocalipsis, el día del juicio final y de la bestia, el fin de la historia, el parto de los montes. Ya no hay vuelta atrás. Todos los años sucesivos, todo el siglo veintiuno es un sueño, la pesadilla horripilante de un cretino que se muerde la cola, en esas estamos inmersos, boca abajo, con el agua al cuello, paralizados de miedo, esa es la verdadera explicación de todo lo que padecemos, de tanto fenómeno perverso, las siete plagas bíblicas y todos los pecados capitales juntos y juntas. Ea.
A más seria o terrorífica que trata de ser o parecer, más de broma es, nos da o entra sin vaselina la floja risa, aunque estoy completamente seguro de que es justo lo contrario, y viceversa, siempre aproximadamente, por supuesto.
Una mezcla abominable de The Ring, Presunto Inocente y el pobre Tristan Tzara, qué he hecho yo para merecer esto.
Es todo eso tan repulsivo, el estercolero norteamericano en todo su apogeo, de la mojigatería moral yanqui, el terrible puritanismo protestante, la represión salvaje de los instintos que crea monstruos, que deriva en barbarie, lo que vienen acarreando con tanto quebranto y pena, como una maldición o brazo gitano, desde que arribaron a las costas de Nueva Inglaterra los del Mayflower nada menos, hace ya tanto jodido tiempo, el sexo como centro de todo, faro, perdición y derrotero, compulsivo obseso, me muero, como deseo inalcanzable y diabólico que solo de pensarlo depara aberraciones sin cuento, brujas y demonios al retortero de la posibilidad acojonante del, por ejemplo, satanás, vade retro, espeluznante adulterio y yo ya me voy corriendo y de todo me confieso, de meterla en caliente donde nunca se debe, la polla y la olla también nos caben en esta entente, ese inconsciente colectivo jungiano o no tanto personal freudiano, casi monta tanto, van tan de la mano (sus dos santos, aquí aparece hasta un ignominioso y negro psiquiatra, todo aunado, la mar de majo, cuánto teatro pánico), que de tanto usarlo se ha pervertido y carcomido y que nos informa con todo lujo de detalles de las atroces consecuencias que ha producido, y sigue en ello, el nefasto intento de controlar las supuestas bajas pasiones, las más altas y estéticas, arte jondo mediante, solo sin son practicadas/ejecutadas como debe ser por quien sabe/siente de esto, por nosotros, unos pocos elegidos, esa torcida y enfermiza sublimación que se traduce en malsana y epiléptica desviación, en lo más escabroso y macabro, en la violencia más cruel, la obsesión por/con el crimen, ya que no me la/o puedo follar, por lo menos la/o mato, algo es algo, eros o tánatos. El país de las perversiones y los asesinos en serie. La vida mansa rutinario amorosa transformada en un espectáculo de barraca de feria. Por eso son los amos del mundo, porque saben convertir lo anodino y tedioso, el aburrido mete saca del común de los mortales, ese ejercicio sin apenas gracia, todas esas burocráticas tareas, funcionarialmente obligadas, sin ganas, en las fallas de valencia, en pirotecnia huera, en algo sacrificial/sagrado, caníbal holocausto y gol de España, porque son todavía unos adolescentes empalmados que se la cascan como monos amaestrados con la siniestra mientras con la otra mano, siempre hay un camino a la derecha, sostienen la biblia que miran con el rabillo del bizco ojo y hacen complicados equilibrios con el cuerpo, se contorsionan malamente, tiemblan como espárragos, para que no se les caiga el winchester 73 que tienen justo debajo de la barbilla y que heredaron de su tatarabuelo James Stewart.
El Hitchcock de Marnie la ladrona de fondo, esa rubia fría, volcanes helados, como Kim Novak en un extraño en mi vida, o los puentes de madison, las que organizan o montan estos elementos para tratar de justificar grotescamente una triste cana al aire, capaces de tirar bombas atómicas sin despeinarse, pero completamente paralizados/impotentes ante un posible polvo a destiempo, como lo del Me Too de última hora u hornada al que se han adherido con tanto fervor y proclama, pasión y gusto, los mismos que son protagonistas del burdel ambulante más grande y depravado del universo entero, donde todo el mundo se prostituye por un de arándanos zumo, fariseos y sermoneadores, las dos caras de la misma moneda, como explicaba de aquella alucinada manera, el trasfondo oscuro de todo, la peli de Phoenix, en realidad, nunca estuviste aquí o más concretamente la de Cronenberg, maps to the stars, esconder/meter la máxima corrupción inimaginable debajo de la alfombra (esa isla, símbolo perfecto de todo este tinglado horrísono, Lolita del suicidado casualmente Epstein o esos efusivos y mayoritarios agradecimientos públicos de los actores más famosos y exitosos, muchos de ellos además, para mayor escarnio, mujeres, a Weinstein de los/las que luego se rasgaron las vestiduras tanto, se sorprendieron/lamentaron mucho y le repudiaron con todo el asco de su ser, cuando, oh, dios mío, se enteraron de repente de lo allí sucedido o acaecido esos años, como en Casablanca hacía el pequeñajo con el juego en aquella gran escena cómico siniestra, ante unas fechorías que conocían hasta las ratas de las alcantarillas, toda esa fachada de recta moral que intenta tapar los mayores espantos con una inmensa caradura y tremendo cinismo),
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
o esa plaga de langostas que llega cada año a esa babilonia jolivudense dispuesta a todo literalmente, a vender su alma por nada, toda esa explotación y sordidez presentada con el aire viciado de una supuesta ideología solidaria que se adapta al poder de cada momento con más o menos disimulo y con más o menos excepciones que confirman la inviolable regla, por la ilusión de una décima de segundo de gloria, como lo de Kennedy y Marilyn, cumpleaños feliz, lo de Clinton y los puros mojados en líquido elemento humano, toda esa retahíla hipocresía, la bruja reciente con Anya Taylor-Joy, el bosque originario lleno de pecado nefando, las de Salem, las de Eastwick, la letra escarlata, Emily Dickinson y Flannery O´Connor, el fuego y la palabra, toda esa tradición torturada, al este del edén, Tennessee Williams, Atracción fatal y Viernes 13, Delitos y faltas, esplendor en la hierba, querer follar y no poder hacerlo como carácter y destino o si lo haces fuera del sacrosanto matrimonio te espera con ansia viva un pronto castigo, tenlo en cuenta, recibirás tu merecido, y ahora comparad todo eso con los ejemplos de, por citar solo dos españoles, Berlanga o Bigas Luna, el sexo como dificultad más bien cutre económica en el primer caso, tragicomedia sin trascendencia, o el sexo como desparrame, fiesta y desguace más en el segundo, o Fellini o De Sica y ese santo cachondeo entre libérrimo y negro y claro, es otro mundo, la europa del sur cansada y escéptica, vieja y agotada que nada se puede tomar ya tan en serio.
Pues eso, simón del desierto, que esta película fue un taquillazo en todo el mundo, así estamos, ya dije, la constatación/confirmación brutal de algo muy oscuro.
Tienen una industria, para mayor colmo, del porno que mueve más dinero que muchos países del mundo, por no hablar de la prostitución, ¿casualidad? Tú no lo hagas fuera de tu casa, pero véndelo, saca dinero de ello, que de ese modo estará bendecido, el dólar es el mejor viático, el sello de dios, la prueba irrefutable de que ese acto pecaminoso ha sido redimido, validado por el señor, le ha dado el visto bueno, la acumulación de capital es sinónimo de virtud/santidad, la ética de trabajo calvinista, y bien es sabido que los ricos tienen otra moral bien clara y distinta, más particular, adaptada a sus grandes medios y necesidades y proyectos, flexible y libre como para hacer un spagat.
Lo mejor es la parte superior del cuerpo de él, entre el ombligo y el cuello a sus cincuenta y muchos tacos de tan mal actor, esa tabla de planchar y ella en general, lo bien y lo guapa que siempre está, pese a su lamentable personaje. Hay que ser bisexual, ya está, para triunfar/gozar de verdad.
Lo peor por decir algo son los sustos/trucos traperos formularios tan mostrencos que mezclan el sonido y el silencio, el supuesto terror y la calma, el folletín marital que a nadie interesa con el suspense más formulario, los vecinos que al principio son todo y luego abandonan a su suerte, todo lo referido a esa supuesta muerta, todas las caídas y roturas absurdas de cosas, la primer muerte ridícula de él y las mucho peores si cabe todavía varias resurrecciones a lo terminator, los chapuzones inopinados de ella haciendo submarinismo apelo, las llaves, la aparecida tan chusca, la tópica amiga simpática que para nada nos sirve, la ouija, todo lo del padre de él, el principio detenido, el meollo atascado y el final armagedónico, entera y completa la obra que nos arroba, y que las casas americanas son como aeropuertos y en cambio las españolas como cajas de cerillas, no cabe ni un alfiler, un fantasma dónde el pobre se va a meter, no tendría sitio ni para respirar, por eso nosotros no podemos hacer esas cosas películas tan entretenidas que a la gente mucho le maravillan.
Pues eso, simón del desierto, que esta película fue un taquillazo en todo el mundo, así estamos, ya dije, la constatación/confirmación brutal de algo muy oscuro.
Tienen una industria, para mayor colmo, del porno que mueve más dinero que muchos países del mundo, por no hablar de la prostitución, ¿casualidad? Tú no lo hagas fuera de tu casa, pero véndelo, saca dinero de ello, que de ese modo estará bendecido, el dólar es el mejor viático, el sello de dios, la prueba irrefutable de que ese acto pecaminoso ha sido redimido, validado por el señor, le ha dado el visto bueno, la acumulación de capital es sinónimo de virtud/santidad, la ética de trabajo calvinista, y bien es sabido que los ricos tienen otra moral bien clara y distinta, más particular, adaptada a sus grandes medios y necesidades y proyectos, flexible y libre como para hacer un spagat.
Lo mejor es la parte superior del cuerpo de él, entre el ombligo y el cuello a sus cincuenta y muchos tacos de tan mal actor, esa tabla de planchar y ella en general, lo bien y lo guapa que siempre está, pese a su lamentable personaje. Hay que ser bisexual, ya está, para triunfar/gozar de verdad.
Lo peor por decir algo son los sustos/trucos traperos formularios tan mostrencos que mezclan el sonido y el silencio, el supuesto terror y la calma, el folletín marital que a nadie interesa con el suspense más formulario, los vecinos que al principio son todo y luego abandonan a su suerte, todo lo referido a esa supuesta muerta, todas las caídas y roturas absurdas de cosas, la primer muerte ridícula de él y las mucho peores si cabe todavía varias resurrecciones a lo terminator, los chapuzones inopinados de ella haciendo submarinismo apelo, las llaves, la aparecida tan chusca, la tópica amiga simpática que para nada nos sirve, la ouija, todo lo del padre de él, el principio detenido, el meollo atascado y el final armagedónico, entera y completa la obra que nos arroba, y que las casas americanas son como aeropuertos y en cambio las españolas como cajas de cerillas, no cabe ni un alfiler, un fantasma dónde el pobre se va a meter, no tendría sitio ni para respirar, por eso nosotros no podemos hacer esas cosas películas tan entretenidas que a la gente mucho le maravillan.