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Voto de Ferdydurke:
6
7,8
6.288
Intriga. Bélico. Drama
El Coronel Franz Von Waldheim se encuentra destacado en París con una misión muy concreta: hacerse con las modernas pinturas francesas, las mismas calificadas de "degeneradas" por los nazis, y cargarlas en un tren con destino a Alemania para el Tercer Reich. Eso sí, ha de tener mucho cuidado de no dañar la carga y, además, tiene de tiempo límite lo que tarden los aliados en reconquistar la ciudad, es decir, poco margen ya que cada vez están más cerca. (FILMAFFINITY) [+]
25 de agosto de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por amor al arte.
Esa degenerada basura tan cara que vale más que cualquier insignificante vida humana.
Desde el principio, se plantea el conflicto; el arte, que además da mucho dinero, aunque nunca es suficiente, o la vida, esa cosa nimia; por qué luchamos o de qué prescindimos, amigos, qué es mejor conservar; un ser humano que respira, bulto sospechoso la mayoría, hay tantos que casi son intercambiables, o sin ningún casi en una guerra, muchos sobrantes, lanzados con desprecio al estercolero de la historia, sucio polvo, vaho, nada; o el arte, la belleza, el espíritu, el alma de un país, elevado, irrepetible, especial, único, inmarcesible.
Dos horas después la duda sigue en pie. Por el camino, muchos muertos, a puñados las manos llenas de ellos. ¿Quién de todos se acuerda, de alguno por lo menos? Nadie. En cambio, de Renoir, Picasso o Cézanne todo el mundo; bueno, todos no, los simples brutos como tú, Burt, tampoco, trapecista inculto, vosotros no sabéis, sois carne picada y más nada.
El comienzo y el final son espectaculares, el resto no tanto, el tramo medio o mayoritario es un juguete inteligente, peo demasiado denso y moroso, mudo, un poco inane y bastante técnico o mecánico, frío, encaje de bolillos, partida de dominó, vías y tornillos, lo humano está vacío.
Finalmente, esta poderosa película es el duelo a muerte entre dos hombres superiores; el intelectual militar refinado y obsesionado que ha perdido la guerra, y con ella de su vida el sentido, y todavía no lo ha asumido, el nazi malo; y el hombre ferroviario inteligente de acción sin par, gran titán, que ha ganado aunque no lo parezca, el buen francés.
(Hay que ver la resistencia gabacha lo que ha dado de sí en la ficción más conspicua; a falta de lucha armada cara a cara, a eso se agarran, ya sabéis, el que no se consuela, no mama).
Esa degenerada basura tan cara que vale más que cualquier insignificante vida humana.
Desde el principio, se plantea el conflicto; el arte, que además da mucho dinero, aunque nunca es suficiente, o la vida, esa cosa nimia; por qué luchamos o de qué prescindimos, amigos, qué es mejor conservar; un ser humano que respira, bulto sospechoso la mayoría, hay tantos que casi son intercambiables, o sin ningún casi en una guerra, muchos sobrantes, lanzados con desprecio al estercolero de la historia, sucio polvo, vaho, nada; o el arte, la belleza, el espíritu, el alma de un país, elevado, irrepetible, especial, único, inmarcesible.
Dos horas después la duda sigue en pie. Por el camino, muchos muertos, a puñados las manos llenas de ellos. ¿Quién de todos se acuerda, de alguno por lo menos? Nadie. En cambio, de Renoir, Picasso o Cézanne todo el mundo; bueno, todos no, los simples brutos como tú, Burt, tampoco, trapecista inculto, vosotros no sabéis, sois carne picada y más nada.
El comienzo y el final son espectaculares, el resto no tanto, el tramo medio o mayoritario es un juguete inteligente, peo demasiado denso y moroso, mudo, un poco inane y bastante técnico o mecánico, frío, encaje de bolillos, partida de dominó, vías y tornillos, lo humano está vacío.
Finalmente, esta poderosa película es el duelo a muerte entre dos hombres superiores; el intelectual militar refinado y obsesionado que ha perdido la guerra, y con ella de su vida el sentido, y todavía no lo ha asumido, el nazi malo; y el hombre ferroviario inteligente de acción sin par, gran titán, que ha ganado aunque no lo parezca, el buen francés.
(Hay que ver la resistencia gabacha lo que ha dado de sí en la ficción más conspicua; a falta de lucha armada cara a cara, a eso se agarran, ya sabéis, el que no se consuela, no mama).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Scofield, inmenso, quiere morir matando, su orgullo quiere conseguir el gol de la honrilla restregándole por los morros a Lancaster, tan apoteósico, tan sobrio y atlético, su supuesta superioridad espiritual y más sofisticada sensibilidad, su mayor comprensión y sentido. Y Burt cumple con su cometido, su papel en la obra, le proporciona la eutanasia requerida al alemán herido, sin aspavientos ni alardes, le descerraja varios tiros.
Los dos luchaban por lo mismo, por las ideas, los símbolos, la selva del lenguaje, eso que mueve a los hombres, esa parte irracional o más abstracta e ideal, aquello que nos trasciende y asciende, lo que eleva nuestra estatura hasta el cielo, lo que nos alza definitivamente del suelo y nos aleja de lo puramente animal e instintivo, lo que nos hace pensar en el libre arbitrio, toda la libertad, ese sino; o si quieres también, lo que nos vuelve más absurdos y manipulables, tan estúpidos, carne de cañón en manos de tipos siniestros y sin escrúpulos; tú eliges la versión que más te guste, amigo mío.
Michel Simon y Jeanne Moreau. Grandes actores con buenos personajes y tremendos momentos, tan diferentes. La muerte del maquinista y el abrazo de la hotelera, qué emocionantes sucesos.
Les entiendo a los dos, a Paul y a Burt, su épica batalla, no quiero ni imaginar lo que sería, por poner un ejemplo terrible, perder todas las críticas de Filmaffinity en la tercera guerra mundial ya al caer, las mías más concretamente; estaría dispuesto a sacrificar la vida de muchos millones de españoles si hiciera falta por salvarlas, es un bien mayor, la gloria de la patria; me ofrecería desde ya a organizar la resistencia cinéfila; por tanto, el que quiera morir por mi causa y mi obra, por el futuro y todos nuestros hijos, que se vaya apuntando, se le tendrá en cuenta y se le llamará cuando haga falta, de momento lista de espera, calma, tensa, ahí lo dejo, de nada.
Un saludo afectuoso, hermanos de armas.
Los dos luchaban por lo mismo, por las ideas, los símbolos, la selva del lenguaje, eso que mueve a los hombres, esa parte irracional o más abstracta e ideal, aquello que nos trasciende y asciende, lo que eleva nuestra estatura hasta el cielo, lo que nos alza definitivamente del suelo y nos aleja de lo puramente animal e instintivo, lo que nos hace pensar en el libre arbitrio, toda la libertad, ese sino; o si quieres también, lo que nos vuelve más absurdos y manipulables, tan estúpidos, carne de cañón en manos de tipos siniestros y sin escrúpulos; tú eliges la versión que más te guste, amigo mío.
Michel Simon y Jeanne Moreau. Grandes actores con buenos personajes y tremendos momentos, tan diferentes. La muerte del maquinista y el abrazo de la hotelera, qué emocionantes sucesos.
Les entiendo a los dos, a Paul y a Burt, su épica batalla, no quiero ni imaginar lo que sería, por poner un ejemplo terrible, perder todas las críticas de Filmaffinity en la tercera guerra mundial ya al caer, las mías más concretamente; estaría dispuesto a sacrificar la vida de muchos millones de españoles si hiciera falta por salvarlas, es un bien mayor, la gloria de la patria; me ofrecería desde ya a organizar la resistencia cinéfila; por tanto, el que quiera morir por mi causa y mi obra, por el futuro y todos nuestros hijos, que se vaya apuntando, se le tendrá en cuenta y se le llamará cuando haga falta, de momento lista de espera, calma, tensa, ahí lo dejo, de nada.
Un saludo afectuoso, hermanos de armas.