Más que la gloriosa universidad de Salamanca allende los siglos parece el coño la Bernarda, Little Italy, ancha es Castilla, corrala, Saigón en plena guerra, el congreso de los diputados, no sé, cualquier mierda abyecta que se te venga a la testa, y seis mil almas comentan o dicen que por allí pastaban o pacían las benditas y no se ve ni a una hay que ahorrar presupuesto, páramo desierto, desolado, al igual que nuestra rampante actualidad tiene más tópicos que fotogramas si los hubiera, casi como de no creer, doy fe, de hecho estaba, in albis, a la espera, me comía las uñas, de que por allí apareciera en cualquier momento José Mota, concretamente montado en el toro o tora (de Osborne seguramente), no hubiera estado nada mal, o tal vez Martes y Trece o Broncano el revolucionario avant la lettre y qué glosar añadir sobre/de las pasiones entre historiadores, las ayudantas o becarias del universo máster, los amigos siniestros, el corazón en un puño, sopla, de la Iglesia pericolosa, en fin, que Fray Luis de León era rubio y la Santa Inquisición mu mala.
La hoguera, la hoguera.