Orson Welles, sentado en su silla detrás de su máquina de escribir, envía un mensaje a su amigo moribundo Bill Cronshaw un pasaje del diario de Charles Lindbergh.

Saber que es la última grabación que hay de Orson Welles le otorga cierto interés, y mucho valor sentimental.

"En una hora aterrizaré y, por extraño que parezca, no tengo prisa en q suceda. No tengo el más mínimo deseo de dormir. No hay dolor en mi cuerpo. La noche es fresca y segura. Quiero permanecer en silencio en esta cabina y dejarme absorber por la completa materialización de mi viaje. Es como subir una montaña en busca de una flor rara y cuando la tienes alcance de la mano, darse cuenta de que la satisfacción y felicidad no está en arrancarla sino en hallarla. La flor que cogemos inevitablemente se marchita. Casi desearía que París estuviera a más horas de distancia, es una pena aterrizar con una noche tan clara y tanto combustible en el depósito".