La canción popular infantil  "¿Dónde están las llaves?, matarile, rile, rile...?" bien podría ser el tema principal de esta historia de la familia Locke. Ha costado tiempo y algunos amagos de varias productoras para cine y televisión (con Spielberg de por medio) hasta que Netflix ha apostado por la adaptación a las pantallas de los exitosos comics books nacidos del coco del hijo de Stephen King, Joe Hill y los lápices del chileno Gabriel Rodríguez publicados entre 2008 y 2013 (en España llegaron más tarde en forma de recopilatorios creo) y algunos números especiales posteriores. Desgraciadamente no los he disfrutado.

Lo que si he disfrutado, sobre todo la primera temporada, es de esta serie encuadrada en el llamado "mundo weird" (extraño) deudora de H.P. Lovecraft (de hecho el pueblo en el comic se llama Lovecraft), que aúna aventuras juveniles con sus respectivos amoríos, fantasía y algunos toques, pocos pero intensos, de violencia y terror. Tal mezcolanza y una vez que el factor sorpresa queda atrás rebaja el listón de la segunda temporada y afortunadamente dan carpetazo con dignidad en una tercera en que la cosa ya se vuelve machacona y repetitiva.

La producción es notable y la Key House construida íntegramente por el equipo de Netflix es una pasada con protagonismo propio. El elenco funciona sin fisuras aunque me chirria un poco el comportamiento de los hijos Locke y sus amigos, más propio de jóvenes veinteañeros que de adolescentes de 17. En cualquier caso cada llave nos abre una puerta a la aventura y lo desconocido. Imaginación al poder.

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