Que estemos hablando de que el director mexicano ha mejorado su discurso narrativo con la incorporación del fantástico a su cine marcadamente social no deja de ser sorprendente en tanto en cuanto en sus cuatro películas anteriores siempre en uno u otro festival se ha llevado el premio a la mejor dirección, como en este caso en el Festival Internacional de Cine de Venecia. No es facil su cine, tan áspero, violento y descarnado como las realidades que refleja de su tierra natal. Podríamos decir que aquí  atempera las formas y sigue hurgando en el fondo. Ahora centrado en la represión sexual generadora de frustraciones y conflictos donde, como siempre la mujer paga los platos rotos. Los tabúes sociales sobre la libertad sexual y la discriminación que conllevan aún permanecen fuertemente anclados en muchas sociedades, más cuanto más aisladas y rurales son. La liberación parece que solo puede venir del "exterior", casi del "más allá" donde lo prohibido puede al mismo tiempo que nos libera causarnos la muerte. Escalante aprovecha la metáfora con su pulposo y Zulawskiano ser ("La posesión" / Andrzej Zulawski / 1981)  como mejor baza en una cinta que no acaba de encontrar el equilibrio, a mi juicio, entre la cruda realidad y lo fantástico diluyendo la esforzada labor de sus protagonistas. En el segundo apartado, lo fantástico, es donde encuentra Escalante un nuevo filón visual con algunos planos de una poesía inquietante con la colaboración inestimable de una bso firmada por muchas manos que por momentos escapa de la pantalla y nos atrapa, nos da placer y miedo como ese ser, rememorando a Buñuel, "oscuro objeto del deseo".

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