Para quienes desconozcan la obra de este director y sobre todo brillante guionista nacido en el estado de Michigan en el 46 hay que empezar diciendo que la que nos ocupa no es una película sobre el juego de cartas; el protagonista ni siquiera se centra en el Black Jack donde la habilidad de contar cartas da sus mejores frutos. Hay un guiño en un momento dado a "El gordo de Minnesota" mítico personaje de "El buscavidas" que tampoco era una película sobre el billar.

Schrader añade otra figurita moldeada por la culpa a su particular vitrina de desquiciados existenciales que interpreta con ascética brillantez un Oscar Isaac mimetizado de Al Pacino. El taxista Travis estuvo en Vietnam, nuestro Guillermo Tell a estado a las órdenes de su particular Gessler en los campos militares de prisioneros donde los USA torturan al enemigo de turno. Ambos acometen su particular camino de redención en un deambular plagado de fantasmas.

Con un presupuesto mínimo y el aval de Scorsese, Schrader compone una inquietante historia de tintes bressonianos con homenaje final a "Pickpocket" que me desazona, me hipnotiza, me desasosiega con el brillante puntaje musical, me deja mal cuerpo y me obliga a cubrir con sábanas la pantalla para que el horror no acabe calando y tenga que sacar la baraja para poner orden en el caos. 

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